miércoles, 19 de septiembre de 2018

Huelo a café


Si me miras atentamente, huelo a café.
Vestido con el verdor de las promesas,
con el rostro inclinado hacia las nubes,
y despeinado, para asustar al tiempo.
Tal vez tenga algún ademán de sábado,
con algo de aliento como fruta en la piel.
A la espalda algún quehacer sin acabar
y un inofensivo brío de aventura brotando
por azar, oculto entre semillas y canciones.
Además, rasgando el aire, un olor a madera,
a tierra de nadie, a vuelta a casa, a llanto.
Mirando bien al fondo de mí mismo, veras
sombras paralelas y una lluvia muy honda
que se pierde, por entre mis brazos huecos
hasta la sábana enmarañada entre tus piernas.

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