viernes, 11 de enero de 2019

Espigas en la tarde

Caminaba en el crepúsculo
con ese aire de entonces
que invitaba a la confidencia.
De su cuerpo se alzaba ileso
lo callado más hermoso visto.
Sus brazos, aves de aire vegetal,
sostenían la luz bajo el sol.
Azul, el mar dormía en sus ojos.
Pasajera de valles y colinas,
el vuelo de sus cabellos sueltos
prolongaba estandartes del viento
Una fragancia de lilas pálidas
emanaba su corazón o su piel.
Cautivo de su ida, la vi perderse
cual danza de espigas en la tarde.

Su perfume me señaló la distancia.



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