Merodea
un
vaporcito dulce,
fácil
y amable,
mágico
e impertinente.
El de
siempre,
el que
permanece
y me
escolta,
terco,
cuando te vas.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
que bello escribes
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