En otra vida o en una hundida rosa,
esperaré estrecho esa esquiva calma,
torpemente dedicada a aturdirme
en la esquina despiadada de tus dedos.
Oficio viejo el de mi locura altiva,
atada revoltosa a las ondas de tu
cintura.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
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