martes, 3 de septiembre de 2013

Viejos castilos


Yo no sé si podrá suceder,
pero ese mañana debe llegar,
puede ser falsa muerte egoísta
o un empiece de alas abiertas.
Como lento transito al placer,
ya que el alma se estruja,
lista y elegante, para hurgar
en viejos castillos ingrávidos
de una tan nombrada sombra.
Duerme la luna su magia impura,
un carrusel de viento despierta,
columpiando, instantes adormecidos,
rincones de ese mañana ofrecido
se van iluminando en tu mirada.
Asediada, la  indolencia se entrega,
llena de imperfecciones, al adiós
de los tiempos. Nacen desatinos,
impúdicos trazos donde gozamos,
vencedores y vencidos de la vida.