domingo, 5 de septiembre de 2010

Despues de....


Después de la tormenta


Que originó el naufragio

Después del rayo

Que partió al viejo nogal

Después de la zozobra

Y el temor

Después del miedo

Tras la sorpresa

Y el golpe

Justo después del tiempo

Que persiste el dolor

Justo después que el hueco

Se instaló en el corazón

Cuando humeante

Quedó la madera

Aún caliente

Y la resaca inundó

Las playas de la marisma

Cuando aún sonaba

El eco del ulular de las sirenas

Y nuestro cuerpo

Manifestó su último temblor

Cuando la lágrima no salió

Y fue por dentro

Y cuando vimos

La claridad tras las persianas

Cuando el sendero se terminó

Y nuestros ojos

Dejaron de empañarse

De fantasmas

Cuando fue el adiós,

Pleno y completo

Cuando fue el perdón

Y dejamos de preguntarnos

Por nuestros muertos

Se abrió una puerta

Y estabas tú

Y estaba yo

Y fuimos juntos,

Frente a frente,

El continuar

De lo que resta

De nuestras vidas.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Alegato Final

Gracias Señoría,

Entendí lo que Ud. dijo.

Se que mi abogado,

Con palabras que no entiendo,

Hizo todo lo posible

Para defenderme

Por demostrar mi inocencia.

Y se lo agradezco,

De corazón

Se lo agradezco.

Pero hay cosas que él no entiende

Y creo que Ud. si.

Porque para serle franco,

Le voy a hablar como hombre,

Le voy a contar las cosas como fueron

La verdad, no le voy a ocultar nada.

El tordo dice

Que fue sin intención.

Se equivoca Señoría,

Si tuve la intención,

Sabía lo que hacía

Y lo hice queriendo,

Eso no se lo voy a negar,

Porque la cosa fue así.

Me daba cuenta

Que estaba mal

Lo que estaba haciendo.

Que la cosa no era mía

Que era ¿ajena? Se dice?

Si, eso ajena

Pero la quería tener,

La quería guardar,

Llevármela conmigo,

Tenerla yo y nada mas.

No quería que nadie mas

Jamás la tuviera.

No me importaba

Que me vieran,

Y si… así lo hice

Delante de todos,

Sin engaño ni disimulo

Lo hice sabiendo,

Lo hice queriendo,

Lo hice porque quise.

No, antes nunca

Había hecho algo así.

Pero, que quiere que le diga,

Fue la tentación,

Mucha tentación.

No me pude contener.

Que es hurto simple dice?,

Que de un mes a dos años

Me puede dar por la cabeza?

Y que son dos años?

Llevo muchos mas

Ya de condena

Y me los banco calladito,

Sin protestar me los banco,

Y Ud. lo mismo haría,

Si como yo viviera,

Lo que yo feliz vivo.

Le repito, Señoría,

Si va a condenar, condene

No me arrepiento de lo hecho,

Eso si, solo le pido,

Que el objeto me devuelva,

Si para eso lo afané,

Para tenerlo

Y que nadie mas lo tuviera.

Si tengo atenuantes?

No se si yo los tengo

Juzgue Ud. Su Señoría.

Fue lo último

Que sus labios tocaron

Fue lo último

Que su mano acarició,

Entonces como quiere

Como quiere que no me lleve

Esa taza de café,

Si todavía tiene

Su aliento allí guardado.

Entiende ahora porque,

Me la tenía que llevar.

No la podía dejar

Ahora Juzgue Ud.Su Señoría

Que locura

De un tiempo


a esta parte

La autoría,

Anónima,

Prolífica.

Constante,

Que casi cada día

En mis manos

Aparece

Va dibujando en mi,

Imaginario cielo

Contornos poderosos

Que me apoderan.

La primera obra,

Por mi,

(poco esfuerzo)

Volvió a sus manos,

Destino incierto.

La seguna

Cosaco

o caminante

me consagró,

Y me dejó

el mensaje,

pesado cuerpo,

Habitando

por siempre.

Acreedor del sol,

de la palabra,

Me hizo la tercera

Por una nadería

Que mi voz grabó,

Inocente.

Atreviendose

con la noche,

La cuarta entrega,

Escudada

en mi risa

Me prometió

espacios,

Hundido en ella.

Cuando de mi mano

Los dedos

se colmaron

Al contar,

Supe que amasó

el porvenir

Y que ello….

Valía la pena

Ya mi cielo,

dibujado

De ilusiones

Palpables,

asibles

casi mi carne

viva…

Viviendo.

Pero no se detuvo

la autoría,

constante,

Prolífica,

anónima,

continúa,

incitando

desvelos

Con fuerza,

entrega diaria.

Y me muestra

pecador,

Deseoso

habitante

De sus calidos,

infiernos,

Mentiroso

ladron de alzafuegos.

Me promete

ser deshojado,

De que?

de mi timidez?

Y me premia

inmerecido,

Con un viaje

a lo profundo

de su ser.

Pero no todo

es premio

En sus entregas

Tambien tengo

el castigo

De ser

solo letras

Eso de mi piel

humedecida.

De sus lagrimas

sorpresas,

Y autor

de su vigila

Me confiesa

anonimamente

Pidiendome

sellar con besos

La locura.

¿qué locura?

¿qué locura?

¿La que despierta

en mi piel

Su piel,

en cada “buen día”?

¿La que arma

cada día,

Cada tarde,

cada noche

Mi mano

impedida de contar

Sus poros

mas profundos?

Sus caudales

mas fluyentes?

¿qué locura?

¿qué locura?

¿Esta que me tiene

en la tibieza

de los contornos

que se dibujan

en el cielo

de mi cuerpo

pensando

que es su cuerpo

el que me dibuja

entero?

La arranque en Chimpay



Retorcido sobre si mismo,

Amarillo resorte endurecido,

Semeja cascabel de ofidio

Y no es mas que semilla

Vegetal.

O mas.

No se.

Lo arranqué en Chimpay

Un frío día de agosto,

Alla por el dos mil cinco.

Es decir ayer, o casi.

Nueve anillos imperfectos,

Rodean la rama que los sostiene,

Largo hilo retorcido

Al que adjudican suerte

Los paisanos del lugar.

Simple vegetal.

Tal vez vaina, semilla o flor,

O atrofia de rama caida.

No tiene nombre,

Y si lo tiene, no lo sé.

Suerte retorcida,

Amarillo endurecido,

Leyenda, mito, mentira

De buena suerte prometida.

Lo arranque en Chimpay,

Apostando a su fortuna,

Un día claro, sin luna

Pensando en tus ojos negros

En tu mano de espuma,

Una tarde de escarcha

Justo cuando te pensaba

Y mi corazón, recordandote

Detuvo su marcha.

Aún la llevo conmigo.

Simbolo de suerte,

Como tu amor tan querido.

Debo reconocerte



Si he de serte franco,

Si he de ser sincero,

Debo reconocerte,

Que me gusta que mis dedos,

Se pierdan en tu negro pelo.

Que jueguen en él,

Que lo enreden.

Que lo arrastren hasta tu nuca,

Dejando tu rostro desnudo.

Pálido, dueño de pequeños ojos,

De dientes blancos,

De lunares escondidos,

De promesas dulces.

Si he de serte franco,

Si he de ser sincero,

Debo reconocerte,

Que es un placer inmenso,

Que mis yemas recorran

Centímetro a centímetro,

La blancura de tu cara,

Y que se detengan, juguetonas,

En las comisuras de esa boca

Que me atrapa,

Cuando me muerdes,

Cuando me besas,

Cuando me lames.

Si he de serte franco,

Si he de ser sincero,

Debo reconocerte,

Que me pierdo cada vez

Que mis manos se enredan

Buscando liberar de los botones

El cuerpo que reclama

Caricias que se me escapan

Por los surcos de tu espalda,

Por tus adolescentes senos,

Por tus erguidos pezones,

Por el inevitable camino

Que me lleva al deseo.

Si he de serte franco,

Si he de ser sincero,

Debo reconocerte.

Que a veces me siento escaso

De cuerpo, virilidad y fuerzas,

Para satisfacer tus ansias,

Que se enredan en mi cintura,

Bajo el apretón seguro,

De tus piernas que me atan,

Atenazando contra mariposas

Los brincos impetuosos

De todos mis deseos

Que colmándote se colman.-

Si he de serte franco,

Si he de ser sincero,

Debo reconocerte,

Que recupero el aliento,

Cuando en tu aliento bebo,

El aroma suave de tu huerto

Recién regado.

Y cuando mi cansado jardinero

En tus manos reposa,

En busca del aliento,

Que le ha de llevar de nuevo

A laborar los surcos

De placer y anhelo.

Si he de serte franco,

Si he de ser sincero,

Debo reconocerte,

Que mis labios no se cansan

De reconocer tus vericuetos,

Tus escondidos secretos,

Tus profundos suspiros,

Tus regias humedades.

Y se gratifican simplemente

Al sentirse correspondidos

En el erguido pezón

En el tembloroso ombligo,

O en ese punto perdido.

Si he de serte franco,

Si he de ser sincero,

Debo reconocerte,

Que nada me es mas grato,

Cuando el sudor nos baña

Que tu lengua me recorra,

Traviesa y perversa,

Despertando impulsos

Que no se de donde encuentra.

En esos momentos siento,

Que de profundidades dormidas,

Renacen ecos que se presentan

En feroz estampida.

Si he de serte franco,

Si he de ser sincero,

Debo reconocerte,

Que tus convulsiones me estremecen,

Que tus exclamaciones me enloquecen,

Que cada vez que dices “tomálo, es tuyo”

Siento que a vivir vuelvo viviendo,

Pero si verdaderamente

He de serte franco,

Si he de ser sincero,

Debo reconocerte,

Que solamente te amo más

Con apenas solo verte.

Amanece, Amor




Amanece.... Amor

El sol golpea mis ojos.
                            
La ausencia de tu cuerpo   

Convierte mi lecho

En un páramo extenso.

Amanece… amor…

Y en soledad imagino

Otros amaneceres juntos,

Tu piel rozando mi piel,

Mi mano en tu cuerpo.

Amanece… amor…

Y solo siento distancia

Entre tu aliento que anhelo,

Mi deseo que no te halla

Y el vació de tu ausencia.

Amanece… amor…

Tu dulce reproche

De acortar distancias

Se me hace presente

En esta ausencia temida.

Amanece… amor…

Y tu recuerdo hoy

Será constante presencia

En cada cosa que haga,

En cada palabra que diga.

Amanece… amor…

Tu sonrisa se esconde

En el hueco de la almohada

Donde sueño tenerla,

Y se burla ausente.

Amanece… amor

Tus ojos cerrados

Gozan de otra aurora

Lejos de mis sueños,

Ausentes de mis ojos.

Amanece… amor…

Dejaré este frío lecho

Buscando excusas

Para llevarte conmigo

En las calles que camine.

Amanece… amor…

No he bebido hoy

Tus besos amados

Ni tus dedos me han rozado.

Estas ausente.

Amanece… amor…

Sin tu presencia

Igual, siempre, sin detenerse

Amanece… amor…

Porque se que estas allí…

Lejana, inalcanzable,

Pero cerca en algún lugar,

Entre mi pecho y tu pecho

Amanece… Amor

Leyenda de la Roca y el Agua


 
Sobre el azul horizonte,

Patinado de tiempo a alcanzar,

Descansaba la Roca su camino

De siglos, rápidamente idos.

E infatigable, sobre su abrigo

De musgos, jabonosos y fríos,

Desde no se cuantas horas o lapsos,

La Gota siempre caía.

Ciertamente hubo días

En que la Gota allí no estuvo.

Cuando la Roca era otra, seguramente

Recién de la montaña florecida.

En esos tiempos, bajo el cielo

Y sobre la tierra alzada,

Agua Clara, mansa la luna reflejaba,

Con ojos de estrella y calor de sol.

Pero la Roca no se enteró de ella,

Sino hasta aquel día,

En que sintió, sobre su carne mineral

El roce lagrimal de la Gota que caía.

Y no supo cuando había fenecido

Su soledad de Roca, piedra infértil,

Pero si que fue la Gota, quien ahuyentó el silencio

Con el callado grito, de su perenne roce.

Se transformó su cuerpo de Roca,

Con acuosos surcos de milenaria historia,

Y pensó en el origen de la Gota que roía

Su quietud huraña, de Roca altiva.

Más que ver, intuyó que la Gota prolongaba,

La quietud de Agua Clara, bajo el cielo

Y sobre la tierra ennoblecida,

Gritando queda, la vida que vivía.

Luengos tiempos han pasado,

Tal vez en pocos días,

Mas ni una vez tan solo

Detuvo la Gota su venida.

Así perdió la Roca, ayer inmóvil piedra,

Una a una, sus partes componentes,

Mas no perdió de ver que la Gota

Lo suyo le dejaba,

A la vez que también, lo suyo se llevaba.

Varios siglos hace ya,

Que la Roca dejó de estar donde estaba,

Tanto como los que tiene hoy,

Al pie de la montaña crecida,

Una suave agua, por todos conocida

Como Agua de Roca, la bienquerida.

Y cuenta la leyenda de uno que no olvida

Que en la cima de la montaña había,

Una laguna de la Piedra enamorada perdida.

Y que al silencio rocoso, su quietud se debía.

Pero que más pudo su amor y la vida

Que junta a la Roca compartir quería.

Y así, Gota por Gota, decidió que iba

A bajar de la montaña en que vivía,

A horadar la Roca, que feliz la recibía,

Y a formar juntos, de la cumbre al pié,

Agua de Roca, la bien querida.