miércoles, 16 de agosto de 2017

Dignidad ajada


Desgarrados zapatos, calles ciegas,
grafitis escritos con gruesos trazos,
cuerpos erguidos como noveles cadáveres.
El tiempo que se desliza ente los dedos.
Un silencio que no da ningún pésame,
lugares donde el llanto no cabe, pero habita,
una lluvia que se distrae en la esquina cansada,
mujeres que esperan largamente algo,
que caminan pegadas, charlando con rutina.
Ojos al acecho en ese mundo vacío,
de pie, reinando, la oscuridad llama y atrae,
con brazos cargados de brillante bijouterie barata.
Alguien saqueara la vida ente ese gentío,
en el absurdo de los ojos que se dirigen a él,
lo devoran, lo degluten y lo devuelven
al silencio de las noches vacías, con menos dinero
con su dignidad ajada y el sexo apagado.

Ilustración: "Abriguitos" - Alejandra Rotondi

sábado, 12 de agosto de 2017

Testigo

Ahora camino las horas de manera distinta,
más aun cuando me llueven sobre el cuerpo
las pequeñas grietas de alguna tonta fatigan
cuando toda indolencia aflora en los bolsillos
y parezco ser solo una huidiza tristeza andante.
Me alivian las noches de marzo y las guaridas
donde acechan las frases escondidas en vino.
A veces, tengo el amor guardado en el saco,
un amor que me habita como si fuera testigo
de que mi corazón es un mar grande y desierto,
que dejó arrinconado un latido en algún lado
y se empeña en perseguirme cuando camino.
aun cuando camino las horas de manera distinta.


Ceros a la izquierda


Se pierde la razón con la ceniza de los vientos.
En alguna trinchera todavía se escriben versos
mientras la honda verdad retrasa su oportunidad.
Las tradiciones tiran la toalla en ciertos rincones
y se envejece la vida tras determinadas puertas.
Sin equipajes, vemos partir los viajes pendientes,
antiguos idiomas nos emplazan desde el fondo,
donde hemos abandonado lo que prometimos hacer.
¿en que cuarto de allá atrás escondimos las palabras?
Una noche, en alguna semana, nos pedirán cuentas.
qué triste si están revelan solo ceros a la izquierda.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Solo preguntó

Ella volvió mientras él dormía,
traía sus labios vacíos de alcohol.
La mirada vagando distraída
sobre el orgullo que se arrugaba.
Lo saludó con un beso desolado,
los ojos verdes se cerraron
bajo el cielo raso de la madrugada.
Las malas penas la cobijaron.
El solo preguntó por lo recaudado.


En esta ciudad


En esta ciudad, cuando llueve,
tu nombre frecuenta las calles.
Un pequeño olor de azucenas
invade esas ganas de meterse
de contrabando entre tus faldas.

Quizás

Rasgando la nada,
el viento está a la sombra.
Las tinieblas son puro vacío
rondando esquinas.
Quizás mañana despierte y calle.
Quizás sienta nostalgia
o tenga hambre o frío o sueñe.
Quizás mañana no exista
y me debería alcanzar
tener tu cintura en mis manos
y en mi boca tu fuego.
Quizás
es tiempo que de que llueva,
de penumbras tibias,
de amantes que se abrazan.
Quizás la nada
rasgue la sombra y el viento
golpee tu ventana.


Sutiles


Me miran, me observan, me dicen.
Sutiles, pretenden atar mi libertad
en la orilla de sus agitadas ofertas.
No saben que no he podido encajar
en el sentido común del consumo,
que me he despojado de los sentidos
y los he guardado bajo la almohada.

Despertar

Escondida en calles infinitas
buscas evadirte de un sueño.
Tu paso es una estela trazada
que se pierde en el despertar
bailando al compás del cielo.


sábado, 5 de agosto de 2017

Isla pequeña


Se esconde el azar en la redondez del último beso
 es blanco ese larguísimo y subterráneo descanso
ligero como la respiración que me regalan tus labios.
Mientras en la piel un grupo de dedos traen alborozo
y se arriesgan, con detalles geniales, a la travesura
inapropiada de izar banderas que se abultan y agitan.
Así el sueño, es una isla pequeña en la que me pierdo.

Ola agónica

Toco tu cuerpo y se deshace en migas de tiempo,
con simples gestos descubro múltiples colores
anidando sobre la superficie normal de tu espalda.
Amaso el milagro de ser esclavo de los hallazgos
que impunemente me permite el roce de tu piel.
Se suceden, calmos y caprichosos, los deseos,
dotando de gracia la sonrisa de tus labios. Y el beso
que tienta como fruta fresca no tarda en ofrecerse
en la tibia placidez que gotea en nuestra sangre,
hasta ser tan solo una ola agónica, leve y piadosa.


Ilustración: "Imagen"Cy Twombly

Palpitar extraño


Estremece el cuerpo un palpitar extraño,
persistiendo en el aire ese lento escalofrío
como niebla que invade cualquier pulso.
Es un surco abierto de huellas y rocíos
que se deshace como ofrenda a la nada.
Estrago que vierte polvos de derrumbe
en el barranco de una tarde cualquiera,
y allá en el fondo, se agazapa el incendio
que encierran el abandono y la distancia.