Toco
tu cuerpo y se deshace en migas de tiempo,
con
simples gestos descubro múltiples colores
anidando
sobre la superficie normal de tu espalda.
Amaso
el milagro de ser esclavo de los hallazgos
que
impunemente me permite el roce de tu piel.
Se
suceden, calmos y caprichosos, los deseos,
dotando
de gracia la sonrisa de tus labios. Y el beso
que
tienta como fruta fresca no tarda en ofrecerse
en
la tibia placidez que gotea en nuestra sangre,
hasta
ser tan solo una ola agónica, leve y piadosa.
Ilustración: "Imagen" - Cy Twombly
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