Obscenamente incompleto,
con
una mujer ausente,
mujer
sin nombre, atisbo
de una
palabra callada,
absurdamente
inconcluso,
en esa
anómala vigilia
que
persiste en enarbolar
desacuerdos
que no cierran.
Huecos
de bordes limpios
detrás
de las ventanas.
Ventanas
abiertas a la espera.
Mientras,
el nombre arbitrario
que se
niega a estar presente,
camina
lerdo por las calles
como un
canto desconocido.