En su mirada llevaba el tiempo,
Y el
viento sobre sus hombros.
Siguiendo
una luna noctámbula
acumulaba
esencias de estrellas,
e
imprecisos suspiros eternos.
No era
como los demás en nada,
ni
siquiera en el desnudo pudor
que
alojaba en el hueco de su mano.
Se
quedaba en la distancia del olvido,
poblando
esas memorias no escritas
que siempre
se explican callando.
De
tanto soñar que venía naciendo,
un día
desafinó sus certeros errores
y se
parió humano con toda certeza.
Ahora
es igual a todos los demás.