viernes, 30 de junio de 2017

Maremotos y pájaros


Condecoró mi pecho el roce de tu mano.
Sin tiempo para decirte que te amaba
palpaste el torso y el templo coronando laureles.       
Tus caricias desataron la brisa y el viento,
por la ruta de la unión acercaste tu cara a la mía.
Con nocturnidad y alevosía disparaste
versos rojos de sangre. Maremotos y pájaros
germinaron  en oscuridades áridas, batallas en las sombras
me entregaron tus brazos. No hubo paz,
ni claudicación, ni plaza rendida. Solo bramidos,
cinturas marcadas, carne natural, orejas roídas.
 El bermellón de un mordisco me declara cautivo.

Ilustración:  "s/n" - José María Sicilia

jueves, 29 de junio de 2017

Alboroto en el cielo

Está la puerta entre abierta,
la luz camina desnuda.
Azul, el azul está quieto,
Comienza a devanarse
el alboroto en el cielo.
Los pájaros aun no vuelan,
las cinturas delgadas
de los álamos cubren sueños,
la madrugada pide auxilio
a las hojas secas del otoño.
Mis pasos, presos en la niebla,
van tras la mujer sin carne,
pura en los dedos de mis manos.
Aletea en el vuelo de la mañana
la espiral de mi gesto sin orillas.
Se filtra un silencio de aire.
Por la puerta entre abierta,
desnuda, la luz camina y se esfuma.


miércoles, 28 de junio de 2017

Furtivo lujo


Prematuro acróbata entre el sueño y  la caída,
las agujas del reloj apuran terrena pesadumbre
que invade los párpados oscuros y  las retinas.
Un rumor de crisálida atraviesa pausado la piel,
un hombre concluye su famélico y azul bostezo,
humilde, se refleja en la  vaga nube del cielorraso.
Absurdo profeta de credos seculares, torpe y ciego,
deja las sábanas con el desmayo de una oruga,
jadea despegándose la almohada de la cara,
transmuta sombras por intermitentes luciérnagas,
recobra un poco sus incandescentes rudimentos
y en contra de sí mismo se da, como furtivo lujo,
permiso para estar despierto. O al menos, eso cree.

martes, 27 de junio de 2017

Los puentes, a lo lejos

Como si una inquietud me arañara la monotonía
sensaciones insidiosas me calzan como un traje.
El tiempo es un pez viscoso con fallas cardíacas.
Naufrago antiguo, me  visto con la célula incolora
del asombro. Las ortigas de la noche se desperezan,
mientras las desnudeces del vacío  acortan distancias.
El tedio me anuncia que no salga. Está frío afuera.
Un grillo quiere ser como un ángel de la guarda
y se peina con guiños fluorescentes frente al espejo.
Desnudo de claridad recojo las redes del desasosiego,
zozobro en el vientre de un payaso lleno de estruendos
y expongo mi carne al viento de una caricia acerada.
Se corrompen los minutos atacados por la prisa,
miro los puentes a lo lejos. Alrededor no hay nada.
La monotonía es siempre la misma. Afuera está frío.


Ilustración: "Waterloo bridge" - Monet

Mañana no habrá quien madrugue


Humo como sombras de terciopelo,
perfumes de un último trazo en el aire.
Ciudad exangüe y desencajada,
una viva escultura decadente habitando
sucios tendales marcados con hollín.
Las voces se cuelgan de los postes
interrumpiendo comunicaciones telefónicas.
Allá, se queja en manifestación
una pleamar de corazones desencajados.
Acá, gorgotea el talento de las cucarachas
en las antípodas oníricas de la penumbra.
En la ventana se reflejan cacerías nocturnas,
mientras se oxida un cactus en la esquina.
Algún ser humano fuma en la oscuridad,
tira hacia afuera su humo de terciopelo,
volviendo de revés su cuerpo entero.
Se fagocita cuerpo, huesos, pulmones, sexo.
Algo se asoma en el perfil de sus labios morados,
no lo sabe, pero le roe sus muslos rosados.
Las palomas dormitan en el acantilado de las cornisas
y un olor verde deambula en las calles.
Llora el bosque de cemento amurallado. Pero es tarde.
Mañana no habrá quien madrugue.

Ilustración: "Paloma en cornisa" - Ayla Mahler

Mi voz

Se me inclina la voz
en la liturgia de tu cuello.
Junto a la frontera
difusa de tus hombros,
un ascua fugitiva
me lleva al estanque hondo
de tu tiempo.
Sencillamente fluye, se derrama,
arrastrando mi voz
por tus guijarros transparentes.
Imposible, solo,
móvil, desnudo, cruzo absorto
la verdad que te habita,
palpando secretos reinos, ocultos contornos.
¿Cómo se manejan
esas manos en lo difícil de tu breve maravilla?
Palpan cosas exactas
con los dedos aún heridos por la piel de tus labios.
Los símbolos remotos
buscan repetir mil veces la misma escena.
Será sencilla y simplemente,
el presagio de mi voz resbalando por tu cuello.


lunes, 26 de junio de 2017

De puntillas


Por todos los rincones de mi cuerpo
se me deshace el vivir de prisa.
Se van yendo de puntillas las horas
transcurridas y las fisuras
de este tiempo, rápido se precipitan.
Más profundo aún,
en la memoria, acecha con su paso
un olvido. Y nada.
El desconcierto vuela en la penumbra tenue.
En el vivir de prisa,
de puntillas se está yendo la vida.

La cosecha mas dulce

Busco el contacto furtivo de su dulce aliento.
Busco las nubes de la lluvia fecunda, la flor
de su boca, la blanda corona de su monte,
el amuleto que esconde su magia, y sumiso,
aguardo que se abra el pórtico de mi desvelo.
Mi lengua logra la cosecha más dulce y el aroma
de la aurora que en ella se despierta, voraz.
Allí, el horizonte es tranquilo y su faz se serena.
Me distraigo con las flores, mero ladrón de placer,
las veo erguirse en rosados capullos, sobre la pradera
aromática de su vientre y me resbalo hasta su cáliz
donde juego vivaz para cancelar mi insomnio.


domingo, 25 de junio de 2017

Suerte atroz


Lo suyo era un formulario de simple perdedor solitario.
Siempre viviendo afuera, durmiendo en calle cualquiera.
Sus pasos lo barrían al abismo mucho antes de su bautismo,
cada día era preludio de muerte. Tan atroz era su suerte.
Decidido a poner fin a su sino, se planto en medio del camino,
Desbocado, un caballo en carrera lo esquivo por la vereda.
se desprendió un árbol de raíz y ni siquiera rozó su nariz.
Tan fatal era su estrella que nada en él hacía mella.
Resignado  vivir su triste vida dejo de lado toda partida,
abrió los brazos, miró hacia el cielo, y levantó su vuelo.

Destiérrame en el sur

Destiérrame en el sur, allí donde convergen
mis ojos incendiados repletos de tu ausencia,
junto al ojo abierto de esa puerta hacia tu alma.
Revélame tu intimidad y delata tus interioridades,
condéname a la animación excesiva y exagerada
de pugnar por lo oculto y de beber en el vaso amado.
Castígame con la extenuación del cuerpo, el dolor,
y con la languidez latente en el alma. Con el llanto,
con la confusión que se burla del entendimiento,
como una bestia herida déjame, como a un náufrago,
como amante que cela en silencio el secreto de tu pecho.
Arrúmbame en la aflicción de volver lleno de esperanza.



sábado, 24 de junio de 2017

La lluvia es obstinada


Esta noche, por tu culpa, la lluvia es obstinada.
No puede ni menguar ni crecer. Es solo lluvia.
Lenta, la vigilia se apodera de mis párpados,
la brisa huele a musgo, a junio y a tierra mojada.

Canción sin nombre

Sus ojos me volaban hacia adentro,
desnudo, me hundía en su canción.
Esa canción sin nombre, sin tiempo,
que surgía del borde de sus labios.
Como si fuera un tren sin destino
con la voz, me alejaba de su cuerpo,
naufrago de las caricias que prometía
el olor incierto de la tarde inmensa.
Me dejaba llevar por ese enigma
que velaba rostros. A veces deseaba
ser lenguaje con sólo la mirada,
volarme desde adentro. Presuroso,
dejar algún mensaje para cuando vuelva,
salir de mi, sencillamente fresco,
acariciar su cuerpo dormido y concluir
el estribillo de su canción sin nombre.




La cuenta del café



Muchas veces compartimos las sílabas del café.
Ella se sentaba allí, en esa silla, con su aire ausente.
Sus ojos vagabundos casi no se detenían en mí,
jugaba en paralelo y perpendicular con la tarde,
se dejaba estar parásita de su propio ombligo,
hurgando con su pie el tobogán de mi pantorrilla.
Yo sabía que estaba allí. Y ella sabía que yo sabía.
Olía a espuma gris de anocheceres y  a corazón oscuro,
los codos, melancólicamente desnudos de sueños,
se pluralizaban en los extramuros de sus pechos.
Yo la recorría por dentro sin tocarla. Deseándola.
Ella me regalaba besos aburridos en el borde del pocillo.
Entre mordiscos a la luna compartimos muchas cosas.
Lo sé porque alguna vez palpé el azúcar de su piel
mientras su valle diminuto se diluía en gemidos.
Cuando hervía su autoestima, borraba las vocales,
se divorciaba de sí misma frente a las ventanas
y decía que tenía hambre. Pero hambre con H, ¿Entendés?
No. No entendía. ¿Cómo entender un hambre con H
mirando ese escote donde parasitaban mis deseos?
Entonces se iba dejándome el mentón pintado de violeta,
la cuenta del café, un silencio de opereta y desiertos en el alma.

miércoles, 21 de junio de 2017

La noche mas larga

La tarde se enciende en frío,
un murmullo de ocasos se precipita
impaciente entre la tenue garúa.
Vencedora, la soledad extiende sus brazos.
Acortan su ausencia los días del frío,
mengua su tiempo la luz del sol.
Lo nocturno se filtra entre la carne y la caricia.
Dejando trazos de vahos e hilos blancos,
en la noche más larga, se instala el invierno.
Es hora de cobijarse en palabras encendidas.


martes, 20 de junio de 2017

Los ausentes



Los ausentes no ocupamos espacio,
caminamos de puntillas por la nada,
bajo las baldosas aturdidas de olvido.
Somos una borrasca de mudanza,
un trago que no se ha pedido, ni tomado,
una brisa bermeja en los suburbios
de lo que nunca ha estado. Ni estará.
Los ausentes somos andamiajes
exhalando oscuro sudor de ausencias.
Somos nada, un éxodo que desborda,
una noche que llega y se hace sombra.

Te inventaré

Yo he llegado hasta aquí, llegue lejos.
Atreviéndome a la tinta y al papel blanco,
y tú detrás, cual si fueras un sordo espejo,
marcándome los límites de estar contigo.
Si alguna vez, tuviera que inventarte de nuevo,
tal vez te inventaría con preguntas diluidas,
sosteniendo la piel y pijamas de blanca seda,
o mejor sin pijamas. Que necesidad de poner
estrépitos que pasarán como  simple olvido.
Te inventaré más allá del diagnostico,
como un pecho que crece hacia un costado.
Quizás con los mismos síntomas
que sacan de lo oscuro todo lo que es claro.
Te inventaré arrinconado en la insania de los días,
para que no me mires más, ni aún mirándome.
Con curvas, esquinas, y muchas travesuras,
aplaudiéndome desde una noche sin estrellas,
desde un espejo sordo, dibujada en tinta,
sobre los límites de un papel en blanco.


lunes, 19 de junio de 2017

Eso soy, eso siento



Me alejo y vuelvo, los impulsos vacilan.
Esclavo, escasamente puedo aún soñar,
mil vacilaciones y solo dos tendencias.
Vuelvo y me alejo, solo la duda constante.
Profundo desaliento, eso soy, eso siento.

El viento acopia

En algún tiempo fui suave arena
agitada por vientos  en sus delirios.
Inventé y gocé cándidas delicias
y de empapado almíbar disfruté.
Anduve tras misterios sacrosantos
y no hallé donde eran guardados.
Cada hora que se aleja me vuelve
ave fatigada, cansado pensamiento.
Deslumbrante pasa la ilusión primera,
lo ardiente mengua, madura el color.
La forma sucumbe al valor del fondo
y el viento acopia en una misma rama
la pasión profunda y la serena calma.


Ilustración: "Danza de los amantes" - Jacqueline Klein Texier

sábado, 17 de junio de 2017

Febril e inmóvil


Inseparable,
adonde quiera que mire
me existe.
A cada instante se hace mía.
Intransigente,
se niega a abandonarme,
no se aparta de mí,
aún si gravemente caigo enfermo.
Febril e inmóvil,
de mansedumbre acostumbrada,
hasta la propia muerte
me acompañará, la sombra amortajada.

La inmaterialidad del vacío

Infranqueable, insobornable,
aumenta su costra el silencio
y teje lento su ovillo de olvido.
El cansancio reposa, quedo,
dentro de un cajón ocioso.
Mengua el infinito sus horas,
tan grande y tan pequeño
como la vibración de un instante.
Luego cabe la certeza
de que ya ha pasado, ahora,
ahora solo queda, perpetua
la inmaterialidad del vacío.


Ese algo


Algo frágil y lento
ha regresado, sin saber por qué.
La renegada razón
no da explicaciones ni dice
porque está oscuro
cuando arde ese algo frágil y lento.
Se oye la lluvia,
una queja extraña
como llave que abre grutas,
sucias de noches  que ya no más.
Ulula una pálida presencia
fijada en arena y silencio.
Espera, siempre espera
que de una vez por todas
se pueda comprender, tan siquiera,
ese algo frágil y lento
que ha regresado.