El tiempo, fino orfebre, va tallando mil arrugas,
las enlaza, imperceptiblemente,
con los años.
Una extraña abundancia de algas en laberinto
fosilizan recuerdos y desdenes, acunan memorias.
asignan prodigiosa dignidad a una belleza nueva.
Concentrado y sabio cada surco novel destaca
la suave violencia de irse, de a poco, aprendiendo.
Aun cuarteado, el rostro brinda alegría de refresco,
cual si fuera un espejo que hace su lustre visible.
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