viernes, 9 de junio de 2017

Derrumbe


Alguna vez te extraviaste
en horas purpúreas de crepúsculo
hasta el exagerado confín
de lo que era razonable y sano.
Volviste por las sombras,
con un aturdimiento de espinos,
y una felicidad lívida,
 extensa y malva de impía insolvencia atroz.
Luego las madrugadas ásperas,
mustias de felicidad abstracta,
en el balanceo de tus temblorosas manos
bailaba el pobre inventario
del fárrago de una noche cualquiera.
Jurabas que te divertías,
desafiando un mundo demasiado lento.
Preferías las avenidas rápidas
sin asomarte a ver el color estático
de un instante de olvido.
El tiempo dejó su rastro de tinta oscura,
haciéndote saber que no es exacta
la exactitud de los años.
Los dedos y la piel, inevitables, se mancillan
y hoy te apuran las horas con su prisa.
Ya ni el presente casi te necesita.

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