domingo, 25 de julio de 2010

El juego

No era temprano cuando se levanto. Se permitió el lujo de quedarse un poco mas en la cama. Remoloneado.




Sintió los ruidos en la cocina de quienes se estaban preparando el desayuno, seguramente sus hijos, o tal vez su marido apurando el último mate antes de irse a trabajar.


Se levantó despacio, como disfrutando hasta el ultimo segundo de esa sensación de calidez que le brindaban las sábanas y las cobijas.


Se paró frente al espejo, miró su cuerpo bajo del camisón, pensé que no se veía muy sexy con ese viejo camisón, y recordó otros tiempos, cuando sola la piel la acompañaba en sus sueños. La piel y otras sensaciones que con el tiempo se perdieron.


Con sus manos arreglo lo mejor que pudo su cabello y se dirigió a la cocina para desayunar.


Sobre la mesa los restos y los trastos usados, denunciaban que ya todos habían desayunado y, como siempre, se habían ido sin limpiar ni acomodar nada. Para que, si para eso estaba ella.


A eso sentía que se había reducido su función en la casa: la que acomodaba y limpiaba.


Tomo dos o tres mates algo fríos, mordisqueo unas galletitas, y con el último mate en la mano, se dirigió al baño a encender la ducha.


El vapor empañaba el vidrio del botiquín, cuando, quitado ya el camisón, volvió a mirarse en el espejo. Con la mano quitó un poco el vapor y vio su rostro a través de la humedad del espejo, no estaba desconforme, sabía que ya no era joven, pero a sus cuarenta y pico de años se sentía aún atractiva.


Aunque en su casa ya no lo notaran.


Es cierto, le disgustaban algunos kilos de mas que pensaba que tenía y que el siempre postergado régimen nunca bajaba, como tampoco los bajaba la rutina de tres veces por semana ir al gimnasio.


Pero no eran kilos para desesperan, nada que no pudiera disimular una trusa que ajustara o un pantalón que no cediera.


Se metió en la ducha, la calidez del agua le produjo un suave cosquilleo, como hacía tiempo no sentía, dejó que cabello se empapara y que se le fuera pegando sobre el cuello y el rostro.


Trato de ir organizando mentalmente su día. Saldría de la ducha, se vestiría con esmero, tratando de destacar ese cuerpo que conservaba muchos rastros de su juventud y que sabía era mirado cuando andaba por la calle, se sentaría en la mesa a tomar un café, tal vez comer dos o tres galletitas mas, mirar un poco de televisión, tal vez algún programa pasatista de esos que están por la mañana embobando a las amas de casa.


Arreglaría la casa a las apuradas, mas para tratar de que pase el tiempo lo mas rápido posible que por otra cosa, y finalmente, alrededor de las dos menos cuarto de la tarde saldría para su trabajo.


Mucho antes que se diera cuenta, ya se encontraba sentada en el tren, escuchando música por los auriculares de su celular, disfrutando del perfume con que había rociado su muñecas y sus orejas y, fundamentalmente, pensando en como sería su encuentro esa tarde.


Podía decir que no lo conocía, apenas si se habían visto una sola vez y por muy pocos minutos, no sabía si lo breve del encuentro se debió a su nerviosismo, (soy una idiota, pensó,) o a que no había despertado interés en él.


Era raro, algo extraño su comportamiento, recordaba que la primera vez que le envió un mensaje, por mucho tiempo no recibió respuesta, luego la justificación fue que no le gustaban esos mensajes que se mandan a varias personas con la obligación de retransmitirlos bajo pena de no se que calamidades.


Sonrió, como excusa no era buena, pero tenía razón en que esos mensajes resultaban pesados.


Luego, durante mucho tiempo recibió casi a diario mensajes y llamados de él hasta ese día en que se conocieron. Después, una o dos veces volvió al silencio de semanas.


El tren detuvo su marcha final en la estación, cuando sonriendo recordó como habían acordado el encuentro de hoy, fue luego de una confusión que le trajo algunos problemas en su casa pero pudo solucionar, al menos eso creía.


El decidió llamarla y preguntarle si podía verla ese sábado en su trabajo, única posibilidad dado que durante la semana no había posibilidades de verse.


Serían las tres de la tarde cuando llegó a la casa donde ese día tenía que trabajar, no se sorprendió cuando la dueña le abrió la puerta, sabía que estaría, pero hubiera deseado que por, al menos ese día, no estuviera.


Conversaron las trivialidades que pueden conversar dos personas que apenas si se conocen y tienen la obligación de compartir unas horas juntas, y estaban tomando un café cuando sonó su celular.


Sabía que era él. Lo estaba esperando, volvió sentirse nerviosa, pero no quería demostrarlo ante esa extraña que casi no le prestaba atención.

Atendió el teléfono y escucho su voz. Su voz la estremecía, le resultaba cálida y a la vez confortante, al menos en el teléfono, no recordaba muy bien como era su voz escuchada personalmente, los nervios de la primera vez le había hecho olvidar ese detalle.

Cuando sintió que estaba esperándola en la puerta, su primer impulso fue correr hace ella y verlo, pero no, no era lo que se había propuesto, mantuvo la conversación un rato, sintiéndolo cerca y a la vez sintiéndose observada por la dueña de casa.

Deseaba verlo, observar su rostro y sus gestos, pero mas deseaba tenerlo allí, a metros de donde ella estaba, saber que la esperaba y que tenía interés en verla, y saber que era ella la que podía definir la situación.

Esa sensación de poder sobre él la excitaba aun mucho mas que la posibilidad de verlo, ella dominaba los acontecimientos y lo mantenía allí, deseándola y queriendo verla pero no pudiendo hacerlo.


Luego de unos minutos le dijo que no, que no podía verlo, que tal vez otro fin de semana, y en sus ojos una chispa de picardía se encendió pensando en la cara de decepción que tendría.

La chispa se apagó cuando regresó a su casa, cerca de las siete y media de la tarde, ya antes de atravesar la puerta, se dio cuenta de que volvía a la rutina de limpiar, lavar y acomodar, sin que nadie se diera cuenta de su presencia, y, lo que era peor, sin que nadie prestara atención a su perfume y a la ropa que con tanto esmero había elegido para vestirse.

Tenía su mano en el picaporte cuando recordó el “hola…. Como estas” con que él la saludó por la tarde y al instante se preguntó si su juego no merecía otro final, un final distinto a este, de estar entrando a su casa donde solo le preguntaría como estaba el silencio.

El silencio de todos los días.











domingo, 18 de julio de 2010

Te robo

Te robo,



E inocente, haces como si no supieras


Que robándote quito de ti,


Solo lo que me quieres dar.


Robo tus palabras,


Robo tus silencios,


Robo tus pensamientos,


Robo tus sentimientos,


Todo de ti quiero robar,


Pero por ahora,


Pequeño ladrón de alcoba,


Solo me conformo

Con robar tus ilusiones.

Llevarlas conmigo,

Donde no las puedas encontrar,

Donde solo yo

las pueda disfrutar,

Donde pueda jactarme

De tener lo tuyo

Y a ti…. Buscándolo…

Pero me miento en mis robos….

En realidad te dejo más…

De lo que acaso digo que me llevo,

Te dejo mis esperanzas,

Sueños, caricias pérdidas,

Y esas ansias insuperables,

De encontrarnos un día.

Te dejo… y vaya si te dejo….

Mis desasosiegos y mis llantos,

Mi ganas de ver amanecida,

La luz del sol,

En mi cara dormida,

Tus palabras arrullándome,

Y un beso de buenos dias….

Te dejo y te robo…

Te robo y te dejo….

Y todo en esta noche,

De soledad, silencio y estío….

Pero de mi no te descuides….

Porque de ti… todo me robo.

Lo deleitable

Deleitable...



¿Qué es

Lo deleitable?

Un día

me atreví a preguntar.

Años,

de creer en un amor?

Creer en el amor?

Suicidarme,

A pie juntillas

A una fidelidad

que no esta en uso?

Deleitable...

¿Qué es

lo deleitable?

Y, de pronto...

Encontré

Una vertiente tibia,

Que resbala

Y se sucede,

desde la nada….

Desde donde

no estas….

Desde el

no te encuentro…

Desde el

no se si te veo...

Desde el

yo estoy y vos…..

Vos...

También estas… allí

En esa, inalcanzable…..

Vertiente tibia

que resbala

Y se sucede,

desde la nada….

Desde donde

estas….

Y no estas...

Allí… lejana...

y a la vez

Tan cerca…

Tan real

Tan…

Vertiente tibia

que resbala

Y se sucede,

desde la nada….

Que me da vida….

Por encima

de mi suicidio

A pie juntillas,

sin puntos,

Ni comas,

ni paréntesis

Que, algún día,

Puedan descubrirte

como…

Lo deleitable

Como en un sueño

Aunque solo haya sido

Un sueño soñado,

Quizás lo viví.


Porque sentía que mis yemas


Se entrelazaban en tus manos


Mirándonos a los ojos,


Como si ayeres no hubiera.


Solo ese momento.


Y tu resistencia


No deseada,


Permitía que mis manos,


Apretaran tu espalda,


Acercando mí pecho


A tu rostro callado.


Que tu temblor aumentaba,


Cuando mis dedos rozaban,


De tu cintura la piel


Sin que tus manos los quitaran,


Que una lágrima borraba,


Todo lo que nos separaba,


Ausente el pasado,


Porvenir que no importa,


Solo este presente


De una isla, en medio


De océanos de soledades.


Una isla, tan solo,


Que pueda ser nuestra...


Una isla chiquita...


De minutos...


De segundos....


De apenas


El tiempo suficiente


Para intercambiar


una mirada...


Una sonrisa...


Una caricia...


Una isla


Que pase desapercibida


Para todos...


Menos para nosotros,


Como en un sueño…


Soñada….

Olvido

Un lago de silencios, después


De ese “no me llames ni me escribas”

Inundó la soledad del esperanzado

Caminante de calles oscuras.

Y ya no pudo buscar en la vereda del sol

La luz, que su rostro acariciara.

Perdió el calor que rayos invisibles

Acercaran a su piel, sin tocarla.

Nunca. Jamás. En ningún momento.

Un lago de silencios, después.

Y de silencios, hizo un lago

En el que sumergió la soledad,

De sus pasos largos, apurados,

Buscando los porques,

Que nunca le respondieron

Las aguas quedas, silenciosas

Del lago del olvido.

Destiempos

Entre tu tiempo


y mi tiempo,

existe todo un tiempo

que nos impide, celoso,

poder ser lo que queremos.

Entre tu tiempo

y mi tiempo,

está, fatal, ese tiempo

que pasa sin vernos,

desaprovechándonos.

Entre tu tiempo

y mi tiempo,

todo este vacío,

lleno de nuestras nadas,

donde nos justificamos.

Entre tu tiempo

y mi tiempo,

perdiendo encontrarnos,

solo logramos, tristes,

vivir a destiempos.