jueves, 31 de marzo de 2016

Tu que crees


Se fue, hacia algún lado, mi yo interior.
Algunos amigos dicen que lo vieron
persiguiendo nubes en un unicornio,
otros, que en agosto pasado, contaba
raras historias sobre mentidos avatares
cuando llegaba el descanso del ocaso.
Hay quienes aseguran que a caballo,
enfiló solitario hacia Costa de Marfil
llevando en el mandil a dos amigas.
También están aquellos que leyeron,
en las crónicas de un asalto, su nombre.
La cuestión es que aún al día de hoy
mi yo interior no aparece, sigue ido.
Recuerdo que la última vez que lo vi
me hizo, en secreto, solo dos preguntas
¿aun la quieres? ¿por qué la dejaste ir?
Me puse a cavilar alguna respuesta
hurgando en mi bolsillo para ganar tiempo,
y cuando quise responderle, ya no estaba.
Tú que crees ¿volverá alguna vez?

miércoles, 30 de marzo de 2016

Amanece... que no es poco

Amanece, que no es poco, y yo estoy aquí, sentado, escribiendo, luego de haberme levantado a las cinco de la mañana, tomar café, revisar el correo y leer los diarios.
Estoy solo.
La casa es un inmenso cubículo vacío que me absorbe y me expulsa a la vez.
Hoy tengo el día planeado, a las ocho, me daré una ducha con agua bien caliente, me afeitaré, sufriré la humillación de sentir el frió del desodorante, elegiré alguna ropa sport para ponerme y tomaré mi segundo café viendo noticias en la televisión.
Sobre las diez saldré, el programa del día incluye esperar quince minutos o veinte minutos, tal vez mas, que ella pase a buscarme, subir a su auto, saludarnos con un beso y emprender nuestro viaje hacia doce horas de alejarnos del mundo y adentrarnos recíprocamente.
Cosa rara, como la soledad de la casa, esto también me expulsa y me absorbe. ¿Será igual para ella?
En hora y media, a más tardar, ya estaremos los dos tendidos en el lecho, tal vez antes almorcemos, liviano, para no arruinar la prometida tarde de siesta, malgastando las horas durmiendo.
A las siete de la tarde, tal vez un poco más, emprenderemos el regreso, me dejará en la consabida esquina, (esto de ser peatón me está matando) y se volverá a su casa.
Yo ingresaré a la mía, el silencio que la cuidó durante todo el día me recibirá sin decirme nada, tal vez encuentre algunas facturas que pagar en el piso, esta suele ser la fecha en que llegan.
Bajaré hasta el supermercado, me compraré un vino o tal vez una cerveza, veré que comida preparada y lista para llevar hay (el pollo al spiedo ya me tiene harto) y volveré para encender el televisor y cenar no viendo nada, pero acompañado por las voces que salen de la caja mágica.
Luego me desnudaré y me meteré en la cama a saborear el último cigarrillo antes de dormirme.
A las cinco me levantaré, miraré por la ventana y veré que amanece, que no es poco.


Ilustración: "Hombre acostado fumando" - (sección) Robert Doisneau

martes, 29 de marzo de 2016

Encuentro final


Deambulaba un espíritu herido
por las calles de un barrio olvidado,
altamente inestable y abrazado
a la sinrazón que traen los anhelos.
Aun dentro de su batalla de ardores,
alzaba solemne un himno a la vida
para ahuyentar la cruel espera
de su encuentro final con el mar.


Ilustración: "Vagabundo sobre el mar de la niebla" - Caspar David Friedrich

Amaderado e intenso

La noche era apacible, típica de las de comienzo de otoño, se encontraba en la cama, pronta a dormirse, al otro día debía madrugar.
La luz y la vibración del celular la sacaron de su entresueño. Antes que comenzara a sonar leyó el mensaje, era el saludo de alguien con el que alguna vez había intercambiado algunas palabras.
La conversación inicial fue del común, preguntas sobre su estado, los últimos acontecimientos y las novedades ocurridas desde su última charla.
De pronto él se interesó en saber si estaba en pareja, la respuesta fue amplia y no del todo concreta,
- No, ahora necesito más un amigo, un compañero que un marido, siempre que nos quisiéramos. No me importaría no tener sexo, si hay un entendimiento.
Del otro lado pareció haber un momento de duda, la respuesta se demoró más de lo habitual, hasta que finalmente llegó, informando que por una cuestión de conferencias estaba en su misma ciudad, que recién se había desocupado y que le gustaría verla, aunque reconocía que era tarde, pero igual insistía en verse e invitarla a tomar algo.
Miró la hora, pensó en cuanto le quedaba de sueño hasta que tendría que despertarse, el tiempo en que tardaría en vestirse, arreglarse y salir, y finalmente decidió que lo más conveniente era invitarlo a que concurriera a su departamento.
Le envió la invitación y con cierta picardía y tal vez doble intención – Yo también tengo ganas de saber de ti y charlar un ratito a solas, besos de chocolate y menta. Me besarías?
-     Con todo el cuerpo y en todo el cuerpo, fue la respuesta.
Mientras se levantaba se quitó el camisón de seda, lo arrojó sobre la cama, se puso una bata y fue a preparar un té con canela y naranja, aguardando a que llegara.
No llegó a terminarlo, cuando sintió la chicharra del portero anunciando su arribo, bajó, le abrió la puerta, se saludaron con un beso suave en las mejillas, allí la invadió un perfume amaderado e intenso y le permitió pasar.
Preparó café mientras lo invitaba a que eligiera alguna música de su colección de CD, se abstuvo de hacerle alguna recomendación aunque estuvo tentada de sugerirle Miguel Bosé o Chico Buarque.
Compartieron el café poniéndose al día sobre sus novedades, él le contó que estaría unos días dando unas charlas sobre un tema al que no le prestó mucha atención, rieron sobre algunas ocurrencias mutuas, y de pronto se encontraron conversando sobre sus vidas solitarias.
El tiempo pasaba y él pareció darse cuenta de pronto, miró su reloj y le dijo – Es tarde…. Que te gustaría hacer?
-   Dormir con un hombre en posición de cucharilla, con camisón de seda y perfume – fue su respuesta.
Esta vez el beso fue profundo y prolongado, sintiendo sus manos alrededor de su rostro, sintió como la alzaba con suavidad y como su cintura iba siendo rodeada y empujada hacia él.
Instantes después, la bata que la cubría yacía en el piso de la habitación, sus cuerpos tendidos sobre la cama arrugaban el camisón de seda que ella se quitara.
Sintió su espalda apoyada en su pecho y sus manos sobre los hombros masajeándola suavemente y bajando. Sentir su calor y su respiración, su aroma y su hombría le provocó estremecimientos en la piel. Esas manos conocían sus puntos sensibles como si fuera de toda la vida, y los labios se detenían en lugares precisos, estimulando puntos que creía olvidados.
No hubo espacio que no fuera recorrido y bendecido, ella le dejó hacer hasta que se sintió empapada y abandonada a sus avideces, entonces lo volteó de espaldas, le besó la frente, la boca, el pecho, el cuello y mientras dejaba que sus cabellos le cosquillearan la cara, continuó bajando por ese cuerpo que tanto placer le había dado.
En cuclillas, sobré él se entrego al más fantástico acompañamiento que en mucho tiempo hubo sentido.
Recuperado el aliento y la calma, llenaron el jacuzzi y ambos se introdujeron en él, el agua borboteaba y la espuma iba cubriendo sus cuerpos mientras el vapor empañaba las ventanas, le lavó el cabello y lo abrazó con sus piernas, masajeando cada centímetro de su piel.
Luego de ese baño caliente y apasionado, se metieron en la cama, ella apoyó su cabeza sobre su brazo, su espalda en su pecho, sintiendo que la humedad que todavía permanecía en el cuerpo de ese hombre, se mezclaba con su propia humedad y se durmió.
Siete y cuarenta y cinco el despertador la sobresaltó, entreabrió los ojos, dañándose con la luz del sol que entraba por la ventana, y estiró su brazo para encontrar su cuerpo. No lo halló.
En el piso, la bata yacía tirada. El camisón de seda, sobre la cama, continuaba arrugado.
Un perfume extraño, amaderado e intenso, pendía en el aire.



lunes, 28 de marzo de 2016

De alguna manera


Sólo de vez en cuando
te extraño por momentos.
El resto de todo el tiempo
siento que, de alguna manera,
estamos unidos por siempre.

Verdad breve

Las muñecas guardan una sonrisa oculta
que resulta para todos invisible a los ojos.
Solo conservando el corazón de niña, se logra
encontrar la melodía que despierta su alegría.


domingo, 27 de marzo de 2016

Anticipos


Imposible es el superar los abismos del tiempo
sin embargo, los aromas que regala el mañana
nos anticipan el delicado sabor de la esperanza.

Discriminación

A veces pienso en porque la paloma negra
no simboliza la leyenda de una lograda paz.
El secreto debe ser que la armonía tiene colores
y la ausencia de colores no nos permite ver
las flores del campo y los buenos corazones.
Como si solo los sentidos pudieran advertir
el sin sentido y despropósito de la discordia
que algunos gallinazos sin plumas promueven
sin prever que serán víctimas de su propio cerdo.


sábado, 26 de marzo de 2016

Propuesta


Desnuda sentimientos esta noche,
baila una espectáculo bajo la lluvia,
escucha el rumor de tus latidos,
préñate de ternuras y primaveras.
Anula la mujer de sal que hay en ti,
traza en tu rostro el mohín más claro
y deja que la inspiración te nazca.
Resurge increíble entre las cenizas,
se esa mujer desnuda que habita
lo más eterno de un último poema,
no para olvidar lo que es inolvidable,
sino para vivir una vida de dulzuras.

Historia minúscula

A los que cuentan hoy la historia se le olvidan retazos
de aquellos tiempos en que floreció un inédito infierno.
No hubo sueños después de los papeles quemados,
solo algunas divagaciones filosóficas de los vulgares,
que malgastaron el horizonte del melodrama nacional.
Rodaron pecados literarios introduciendo explicaciones,
inventando lazos entre felicidades y desgracias falsas.
Sobre la mesa se pusieron todas las cartas y algunas más,
fueron opiniones distintas, ninguna de ellas las verdaderas.
Derrotados y triunfadores se inventaron torpezas oníricas
para que nunca se olvidaran las horas de los sucesos.
Fueron infundados los ansiados destellos fugaces de la paz,
no sobrevivieron a las interminables noches de frenesí.
El arma ya no fue la palabra, sino la violencia y el fuego.
En vano, sin más días para la vida que los que fueron ayer,
la victoria la obtuvo el dolor y el  frío misterio de la noche.
Hoy, cuando se amortiguan las luces, los desaparecidos,
las víctimas, los inocentes y los que fueron indiferentes
se golpean el pecho recordando la leyenda del miedo.


viernes, 25 de marzo de 2016

Difícil



Llegar lejos no es tan difícil,
lo difícil es vencer el miedo
de iniciar y dar el primer paso.

Mundo de bichos

El grillo ensaya su serenata nocturna,
las garzas dormitan desde el ocaso.
Andariegas, las luciérnagas alegres titilan.
Erótica la lechuza se da un baño de luna.
Ensayan su canción de desconsuelo
las ranas ocultas en el espejo del agua.
Antiguos runrunes repiten, incansables
en su deambular, los sabios escarabajos.
Del rocío protegen las libélulas sus alas.
De tanto en tanto, con un sonido incesante,
las cigarras inician su concierto de percusión.
En sordina se ondula una oruga en las ramas,
la brisa agita su tela y en ella baila la araña.
Con sus tenues colores las mariposas nocturnas
sobrevuelan el paisaje patrullando la noche.
Así renace la fronda en ese mundo de bichos.



Bienaventurada agonía


Caricias mudas entibian la carne desierta,
se abandonan vulnerables todos los límites
bajo esas palmas que como una metáfora,
despiertan sentidos transitando su derrotero.
Sensorial, el cuerpo responde casi sin pensar,
fluye en el bosque mágico un agua mansa,
presencia de una femineidad que brota escondida.
Contener los gemidos en silencios heroicos
es transitorio suplicio de una batalla perdida,
represión inútil hasta que estalle el canto coral
en una interminable y bienaventurada agonía.

jueves, 24 de marzo de 2016

Entrelazando destierros


Viernes, noche y un temporal en las sombras.
Un clavel se desdibuja sin sentido en el papel,
canciones que se escuchan desde algún lado
y la melancolía que viene de más allá del muro.
El cielo, plomizo cual cripta, extiende la distancia
entrelazando destierros que impiden vivir amando.
Viernes, ingrato pozo de alcobas colmadas de nada.
En lo profundo del vacío que conquista la ausencia,
alucinando, cual daga de lutos, aquello que hizo daño.

Ilustración: "Ojo de psicotropo" - Fran Canto

Solo sombras

En una historia panorámica y desierta
la rebelión de los ignorantes prospera,
y si mañana despierta un dictador más,
habrá solo sombras de una marea negra.


miércoles, 23 de marzo de 2016

Como Zolá y Neruda... Yo acuso



Esgrimo un preferencial yo acuso,
tan contundente y enérgico
como el que otrora Emile Zolá
espetara en una primera plana,
y relanzara ante la ley maldita
el Pablo Neruda de Chile senador.
Yo acuso a la intolerancia y al rencor,
al fanatismo y la incomprensión,
a la terquedad y la obstinación,
pero fundamentalmente yo acuso
a los indiferentes y a los distraídos,
a los que cierran mente, ojos y oídos
frente a aquellos que de la muerte
hacen estandarte hablando de la vida
y disfrazando todo de sacra religión.

Comparanza

Tenía una vida como volcán en erupción,
el bendito cigarrillo lo tapaba de cenizas.



martes, 22 de marzo de 2016

Mente abierta


Ahora ya no importa, uno se acostumbra, pero en su momento, con los ojos abiertos todo parecía una alucinación que llevaba a múltiples partes y en realidad no iba a ningún lado.
Se llegó a pensar si acaso hacía daño o si simplemente se comportaba como una alegoría de la realidad. Algunos dijeron que vino del anchísimo mar la noche siguiente a la cerrazón que originó una brutal tormenta.
Hubo quienes afirmaron haberla visto por entre las rendijas de las persianas cerradas que protegían las ventanas, cuando emergía de las aguas.
Otros, los que no estaban cerca de la costa y por lo tanto no podían ver el mar, juraban que el viento la había traído de allende los cerros, que atravesó aquel jardín que está frente a la Iglesia, esquivando la cruz del campanario y elevándose por sobre la draga que quedó abandonada en 1902 cuando desistieron de terminar el canal que rodea el cementerio y, merodeando por las callejuelas, se fue desdibujando hasta confundirse con las tinieblas que cubrían el puerto.
Tuvieran razón unos u otros, lo cierto es que en ese amanecer apareció instalada tras velos que iba dejando atrás la noche. No fueron pocos los que, desoyendo toda advertencia iniciaron la aventura de írsele acercando, con cuidado, casi tímidamente, dando pasos cortitos y deteniéndose a cada instante, como su fuera una lava ardiente.
Los otros, los mas responsables o quizás los más timoratos, nos quedamos cada uno refugiados en nuestras casas observando de lejos, viendo como esas titubeantes figuras, a las cuales conocíamos por sus nombres, avanzaban hacia ella.
Debo reconocer, y muchos después también lo hicieron, que nos ganó el temor y no la razón, pues si bien la curiosidad nos empujaba, un cierto instinto de conservación nos estaqueo en donde estábamos.
En ese momento dudas y preguntas brotaban por doquier, pero no hubo quien pudiera contestarlas, ni siquiera el señor cura que, a medio vestir y en ojotas trataba de dar ínfulas agitando el turíbulo desparramando olor a incienso al tiempo que oraba a viva voz.
Junto a él, de toga, como para darle solemnidad a la mañana, el Juez de Paz se sostenía la boina evitando que el viento se la lleve y dejara al descubierto, para mofa de los vecinos, su calva.
Antes que llegaran a estar a dos pasos los primeros temerarios, lo que era su objetivo se espació en el suelo y fue cubriendo, de cordón a cordón todas y cada una de las calles, pasando por entre las piernas de los que allí estaban y subiendo las veredas justo frente a cada puerta de las casas.
Parecía una inacabable y ancha sierpe ora azulada, ora violácea que se iba adueñando de todo el pueblo y de sus habitantes.
En cuanto éramos alcanzados, en cuanto nuestras pieles o nuestras ropas tomaban contacto con su avance, la cabeza parecía estallar en un caleidoscopio de formas y colores inimaginables y en ese mismo instante nos resultaban claras cuestiones por las que nos habíamos devanado los sesos durante meses o quizás años.
En mi caso resolví en un instante el Teorema de Fermat y comprendí la técnica del descenso infinito, y su variante del principio de inducción, lo cual me causó una inmensa alegría, pues tal logro me permitiría obtener el doctorado en  Matemática Abstracta, si no hubiera abandonado la carrera treinta y tres años atrás.
Hubo de aquellos que les fue de utilidad para cuestiones más sencillas y mundanas, este calculó la temperatura exacta que necesitaban sus huevos en la incubadora, aquella la manera de evitar que se le cortara la mayonesa, el de mas allá como vencer su timidez y declarar su amor a la viuda del almacenero y hasta el señor cura, confesó más tarde, que había descubierto como estirar el vino de la misa sin tener que echarle agua.
Tal fue la algarabía que se adueñó de todos que más pronto que lo se dice, festejábamos y nos ufanábamos de nuestros conocimientos omitiendo preguntar qué era lo que había causado tan importante cambio en nosotros.
Y así fueron los días pasando, alardeando a cual más sobre nuestras sapiencias, sin percatarnos que habían dejado de pasar por este terruño los habituales proveedores, ya nadie le traía medias reses al carnicero, ni se renovaban los vestidos de la tienda que está en la esquina del correo, tampoco aparecían los inspectores de renta a exigirnos el pago de los tributos, ni anclaba buque alguno en el abandonado puerto.
Tampoco llamó a nuestro asombro la circunstancia que ninguno de entre todos nosotros, hubiera salido o intentado salir del pueblo hacia ningún lado.
Parecía como si, la posibilidad de tener una nueva mente abierta nos hubiera aislado del mundo o mejor dicho, nos hubiera sacado de él.
Y todo siguió así por el tiempo de los tiempos, sin que nadie naciera y nadie muriera, pero al mismo tiempo todos pudieran comprender y saber todo sobre todo, convirtiéndonos en los sabios más sabios que se hayan conocido.
Salvo que, nunca nadie volvió a saber de ese pueblo que estaba del otro lado de los cerros, frente al mar.

Ilustración: "La nueva mente" - Jhon Reuss

Tejiendo piruetas

La ciudad duerme un sueño olvidado,
el silencio del pasado es su testigo.
Quedos dolores vagan en las sombras,
la risa es una sátira de la realidad
tejiendo piruetas por las calles vacías.


lunes, 21 de marzo de 2016

Visitantes fugaces


Habitan un paisaje infinito
y sus voces suenan quejosas
cual concierto en la playa.
Beben vientos en la noche
y anidan en un paraíso perdido.
Desordenados y motivados
aparecen en momentos fugaces
y luego se pierden en la penumbra.
Nos siguen hasta la última morada
pero se niegan a entrar en ella,
dispersándose en realidad o fantasía
hasta apagarse en su recogimiento
como llamas de un fuego interior.
Tal vez alguno sobreviva en epístolas
y sea volcado en palabras alguna madrugada,
hasta que, finalmente, el olvido
sume los recuerdos a las ausencias.

Ilustración: "Memoria traumática" -  Agnes Cecile 

domingo, 20 de marzo de 2016

In cultura

Confieso que desconozco la condición de las cosas,
que nada se de la confusa relación del amor al odio,
que soy un indocto total sobre los diálogos con aves,
y que me he diplomado en ignorar disputas domésticas.
Que resulto ajeno al uso de de las malas costumbres,
que no se interpretar una historia de amor a dos voces,
que descreo totalmente eso de la verdad de los sueños.
No entiendo absolutamente nada sobre palabras trilladas,
ni hallo la diferencia de un poema narrativo a un aforismo.
Lo mío es solo una mentirosa acuarela de breves saberes,
tan breves ellos, que ni yo mismo puedo decir cuáles son.


El cielorraso


Con sus insondables ojos color del mar mira el cielorraso. No ve el blanco estuco que se extiende de pared a pared sosteniendo esa araña de cinco luces que ahora está apagada, apenas mostrando sus reflejos bajo la luz de la luna que se filtra por la ventana entre abierta.
Su mirada hurga, como queriendo encontrar algo allí, algo que sabe que debe estar pero que pero que no puede hallar.
En esa búsqueda algo le penetra el alma y se va reflejando sobre el níveo techo, tal vez sea el reflejo del río que corre no tan lejos, acariciado por viejos sauces llorones, caricias que le recuerdan algunas otras alguna vez recibidas.
Mientras el sueño se le niega, la imaginación se le desborda. A uno, intenta atraerlo con los viejos trucos que enseñan las abuelas, contar ovejas no ha dado resultado, después de la oveja cuarenta y tres pierde la cuenta, cosa que la enoja y se niega a recomenzar; inicia otro ensayo retrocediendo desde el cien, pero cuando debe pasar del sesenta y siete al sesenta y seis, la mente le juega una mala pasada y se imagina como será a esa edad.
Se ve ya no tan joven, la piel dibujada por líneas que delatan su experiencia, las manos siempre prolijas y cuidadas, sin embargo ya no lucen los estridentes colores de su adolescencia, su cabello sigue siendo el mismo, tal vez un poco más corto y ocultando algún que otro hilo de plata que no hace más que resaltar el contorno de su rostro.
Su cuerpo sigue esbelto, firmes las carnes pese a que lo suyo no es el ejercicio diario, pero siempre se ha cuidado y eso, el paso del tiempo lo respeta.
Ya rebasada la imaginación, se ve caminando por la orilla del río, pisando la arena suave y húmeda, jugando con su sombra, dejándose acariciar por esa brisa que trae aroma de islas, de pájaros y de libertad.
Como si fuera una pantalla, el cielorraso le va mostrando las imágenes, su sombra alargándose conforme el sol decae y esa otra sombra que ahora la acompaña, que está a su lado, que sigue sus pasos, que se funde con la suya.
Los reflejos de la pendiente araña le van brindando contornos a esa sombra, un rostro, unos ojos, unos labios y unas manos entrelazadas con las suyas.
Son hermosas las tardes en el río, las ternuras suaves que esos dedos prodigan a su piel, los abrazos interminables que funden sus cuerpos en un todo, y esa permanente necesidad de no separarse nunca.
Una nube que presagia tormenta oculta la luna y quita los reflejos con que la platería de la luminaria dibujaba el rostro. Otra vez el cielorraso es solo una extensa pradera blanquecina, semi gris en la penumbra de la noche.
Ahora vuelve a su insomnio, a su edad actual, a la lozanía de ese cuerpo que la  acompaña, desnudo bajo las sábanas que la cubren, a sus claros ojos que encierran el mar y que ahora le niegan la posibilidad del sueño.
Cruza sobre su pecho los brazos, reclina la cabeza observando la semi abierta ventana por donde ya se filtran los perfumes de la tormenta y algunas gotas comienzan a salpicar en su marco. Se levanta y cierra las hojas para evitar que la borrasca le inunde el alma.
Se dirige a la puerta del cuarto, con cierto furor contenido la abre, golpea en el mar que contienen sus ojos el reflejo del televisor encendido y escucha la voz de un relator hablando de futbol.
-       Gerardo, ¿hasta cuando te vas a quedar viendo el partido?
Cierra la puerta, se recuesta en el lecho y el cielorraso la abraza.