martes, 6 de junio de 2017

El beso mas antiguo

Perdido en el laberinto de su mirada
ya no sé dónde está todo mi ser.
Escaso de fuerzas se aparta el sueño de mi.
La ausencia, copa plena de amargo vino,
no compensa mi apasionado deseo.
En su tardanza impaciente muero,
en su presencia mil quejas al viento boto. 
El silencio tiene laboriosas voces,
embalsama el alma, con mil cadenas,
a una fábula, secretamente mía.
La sangre se congela en el primer latido,
cuando las laderas de sus inquietos senos 
me guían hacia el beso más antiguo,
el que se da desde el alma.


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