jueves, 30 de julio de 2009

Tormenta


Aunque sea el día,
Y sepamos que hay luz
En algún lugar
Más allá de ella
En medio de una tormenta
Siempre estamos
En profunda oscuridad
Atemorizados
Por los siniestros nubarrones
Que nos envuelven,
Amortajados en nuestros
Miedos profundos.
Solo atinamos a andar
Medrosos y titubeantes
Por errados senderos,
Por inexplicables
Vericuetos.
Maldecimos en alta voz
El lugar en que estamos,
Queremos comprender
Como llegamos a él,
Y mientras nos azotan
Lacerantes vientos
Y nos calan el alma
Heladas gotas de angustia,
Lloramos nuestra desazón
Temerosos de perder
El rumbo trazado,
Lo que amamos todo
Lo ya construido,
Rogando a un dios,
En el que no creemos
Que nos salve
De los desvatadores
Estragos
Con que la tormenta
Nos desgaja el alma.
Débiles y lastimosos,
Intentamos aferrarnos
Al más insólito madero
Para intentar sobrevivir
Al descarnado acoso
De las fuerzas inexplicables
Que funden el entendimiento.
Y hasta somos capaces,
En la atroz desesperación
De arrancarle a la Verdugo,
Su buscado triunfo
Rasgando nosotros mismos
Nuestra piel y nuestra carne,
Con tal que no sea el
Quien nos arrebate
En un gozoso rito
Del abismo en que estamos.
Oscuros, relampagueantes
Negros, fríos y dominantes
Los demonios del dolor
Y de la angustia,
Creen poder poseernos,
Solo si logramos encontrar
Un recuerdo,
Una voz,
Un consejo,
Una caricia,
Un beso,
O una simple sonrisa
Con la fuerza del amor
Hallaremos por fin
El sendero firme,
El paso fuerte,
El templado ánimo
Para poder salir
Del tenebroso páramo
No existe Desazón
Duelo, Fantasmas,
Oquedades, Pozo,
Ni penumbra alguna
Que nos mantenga
Allá abajo, en el llano nudo
De la desesperación
Cuando encontramos
La verdadera razón
Para superar las tormentas
De lo que creemos
El mas cruel desamor.

domingo, 26 de julio de 2009

El Pozo


Uno sabe que tiene fin,
No sabe cuando ni donde,
Tal vez alguien haya dicho
Su profundidad en metros,
En pulgadas o en brazadas,
Pero seguro no lo recordamos
En el momento en que vamos
Bajando el cuenco
De nuestros pesares
En el, por ahora,
Interminable pozo
En el que hundimos
La desesperanza
Sostenida por la cuerda
De la ilusión y los anhelos,
Cuerda que en la caída,
Libre y veloz
De nuestros pesares
Lacera nuestras manos,
Agita incontrolable
El corazón dañado
Y confunde los pensamientos
Desordenando las ideas.
Partidas las ilusiones
En múltiples pedazos,
Llagados los recuerdos,
Y dolorido de ausencias
Todo nuestro cuerpo
Sentimos que por fin,
En algún momento
El pesaroso cuenco
Que bajaba arrastrándonos
Se estrella en el fondo,
Profundo y desconocido
Del inmenso dolor,
La cuerda que arrastraba
Ya no corre, sangrando
Nuestras palmas.
Una rara e inexplicable
Quietud se nos apodera,
Un silencio de vacío,
De ausencias ausentes,
Un “no saber que hacer”
Nos atolondra en ese instante.
Luego comprendemos
Que solo nos queda
Volver a halar la cuerda,
Izar el cuenco
Que empujado por nosotros
O solo por el destino,
Desató la violencia
De esos momentos
Que, desesperados,
Vivimos.
Ahora es el esfuerzo
Tibiamente esperanzado,
El que demanda
De nosotros
La suficiente fuerza
Para volver alzar,
Lo que tan bajo
Hemos arrojado.
Es distinto el agitar
Que se nos apodera
Y tal vez haya momentos,
En que deseemos abandonar
La salida de ese pozo,
Y puede que hasta flaqueemos
Deseando volver al fondo
De donde estamos alzando
El cuenco de nuestra vida,
Hasta que finalmente,
Solo cuando volvamos
A tener en nuestras manos
El frescor de un agua Clara,
Como alguna vez tuvimos,
Y volvamos a sentir,
Que no solo el cuerpo,
Sino también el alma
Y el corazón se nos regocija
Con la húmeda caricia
De lo recobrado,
Tal vez allí descubramos
Que valió la pena
Bajar hasta el fondo
Del profundo pozo
Para recuperar
Nuestro aliento
Y aliviar las heridas
Que tontamente
Nos producimos.
Solo allí, en el fondo
Existe la posibilidad
De no seguir cayendo,
Tal vez sean las mismas
Manos de siempre
O tal vez otras manos,
Por algún motivo buscadas
Las que de allí rescaten
El frescor del agua Clara
Que ambos nos merecemos.

Tu voz II


Es bálsamo,
Aun bañada
En la tristeza
De estos
Momentos.
Es óleo
Que unta
Mis esperanzas,
Las desmerecidas
Esperanzas
Que aún guardo
De volver
A verte.
Es el zumo
Ácido y lacerante
Que revive
Los horrores
De ese otro yo
Que no soy yo
Aún siéndolo
En la frenética
Intención
De volver
A lo imposible
Pero siempre
Finalmente
Tu voz
Es el cicatrizante
Que mis heridas
Quieren, necesitan
Aunque se reabran
También ellas
Cuando escucho
Tu voz.

Alla abajo


Se que está…
Allá abajo está…
Intento impedirlo….
Pero caigo….
Me veo caer….
Siento que caigo…
Desde el borde
Las manos
Se agitan
Dándome
Vana ayuda
Las veo…
Quiero tomarlas…
Y me niego,
No deseo hacerlo…
Caigo…
Allá abajo…
Cruel regazo
Detendrá mi caída…
Y te arrastro…
Como un lastre
Arrastra hasta
El infinito fondo
De allá abajo
Lo que quiero
Deseo
Que la caída
Apure…
Que finalice
Que acabe….
Pero no…
La caída
Es la tortura
Es el dolor…
De estar
Cayendo .
Te suelto
De mi mano
Y tu caída
No detiene
Su descenso
Arrastrándote
Y sigo cayendo
Cayendo…
Allá abajo
El regazo…
Allá abajo..
Solo…
Amándote …
Solo…
Arañando
Con manos
Malditas
Paredes
Que no están
Que no
Me sostienen…
Hasta allá..
Abajo…
Lúgubre…
Triste…
Solo…
Aferrado
A tu sonrisa
De un día…
Atado al beso…
De un amanecer…
Sin llegar
Nunca…
Nunca…
Hasta allá…
Abajo…
Por mas
Que mi mano
Sangre
Mi vientre
Se abra
Y vierta
Sobre un lecho
Deshecho
Mi dolor
Que me
Empuja
Allá abajo
Allá abajo

martes, 23 de junio de 2009

Estaba seguro


Estaba seguro…
Me jugaba entero,
Aunque no soy de apostar,
A que sería lo primero
Que me dirías al despertar.
Y lo dijiste….
Como si nada hubiera pasado,
Como si todo fuera igual.
No te diste cuenta, me digo,
Como si alguna vez te hubieras dado cuenta,
Que las cosas han cambiado.
Que ya no es la misma calle,
Que no habitamos la misma casa,
Que los sueños no son los mismos,
Ni los días son los mismos días.
No te diste cuenta.
Ni de este esfuerzo por pretender,
Que todo siga igual,
Ni de las raspaduras en mis nudillos
De tanto golpear la pared.
Seguramente hoy,
Como todos los días,
Lo quiera o no lo quiera,
Va a salir el sol, habrá bruma,
Nos abrigaremos para escapar
Del frío del invierno que comienza.
Nos juntaremos a almorzar,
Los mismos estúpidos de siempre
Brindaran por un día comercial,
Y entre ellos estarán
Aquellos que más quiero,
Eso lo se.
Pero no quita que sean estúpidos.
Al finalizar la tarde,
Se dirán contentos, lo bien que lo pasamos,
Viendo solo lo visible
Que a sus ojos se presenta...
Mientras se le ha pasado sin ver
La agonía del que solo se encamina
A aquel lugar seguro
Del que nunca se retorna,
En el que todo se acaba
Que lento se aproxima.
Y no te diste cuenta.
Que pena….
Que pena que nunca te des cuenta
Que la vida se te pasa
Entre esas cuatro paredes
En las que no puedo nunca
Estar… verte…sentirte…
Porque todo ha cambiado…
Aún esta madrugada….
En la que vos seguís con tus sueños,
Y yo aquí, desvelado,
Intentando explicarte
Que no te diste cuenta
Que la vida está en otro lado.

jueves, 18 de junio de 2009

Tu voz


Arrulla.
Cobija.
Acaricia.
Contiene.
Acompaña.
Podría también
Agregarle más
Calificativos.
Dulcificarla,
Escucharla,
Aún dormido,
O simplemente
Vivir recordando
Su sonido
En mi oído.
Pero para que
Complicarme
Si solo
Me basta,
Saber que allí,
Donde ahora estas
Ella me nombra
En ese silencio
Con que me llama
Y con eso
Logra que
Arrulle.
Cobije.
Acaricie.
Contenga.
Acompañe.


domingo, 14 de junio de 2009

Estos días



Hoy he despertado,
Como casi todos los días.
Encendí el primer cigarrillo,
Antes de abandonar el lecho,
Quede mirando la penumbra,
De un amanecer que no llega.
Mientras el agua de la ducha
Templaba la posibilidad del baño,
Puse a calentar café,
Encendí la computadora,
Descalzo y desnudo,
Transité por el departamento
Buscando encontrarme
En el reflejo de tus ojos.
No estabas.
Y esa sensación de sentirme,
Ausente, vacío, solo,
Entre tantas cosas
Que te tienen presente
Volvió a ganarme,
Como todos los días,
Como todos estos días,
En que tú presencia
Es siempre una ausencia,
Un no estar, aún estando,
Y estando, vaya uno a saber donde,
Siento que solo tu ausencia
Es la que me acompaña.
Hoy he despertado,
Como puedes ver,
Como casi todos los días,
Como todos estos días.

viernes, 12 de junio de 2009

Transeúntes


Veredas angostas
Dejando escapar,
Al sol que busca
Llegar a su ocaso;
Sonidos monocordes
De vehículos ajenos;
Y pasos que redoblan
Su apurado andar
En busca de un cobijo
Que les aleje pronto
Del trajinado rodar
De apurados oficinistas,
Coquetas damiselas,
Impertinentes adolescentes,
Y adormilados ancianos.
Ensimismados caminantes
De sus propios mundos,
Transitando ausentes
La cotidiana realidad.
Desconocen
Quien va a su lado
No saben
Quien los precede,
Ni sospechan que
tras ellos
Un tiempo, los persigue,
Para impedirles lo único
Que no supieron disfrutar.
El momento de detenerse
A gozar del sol que entibia,
La sonrisa de la niña
Que juguetea con su sombra,
O el sencillo placer
De poder recordarte
Sentado en un café
Mientras,
Ausentes, me pasan
Los ajenos transeúntes
En su día de rutina.

sábado, 30 de mayo de 2009

Si quieres


Si quieres volar
Déjame ser
Tus alas.
Si quieres escribir
Un poema
Déjame ser
Tu mejor verso.
Si quieres vivir
Feliz y sonriente
Déjame ser
Tu motivo.
Si quieres cantar
Y expresar tu alegría
Déjame ser
Tu melodía.
Si quieres llorar
De pena o melancolía
Déjame ser
Tu llanto.
Pero por sobre
Todas las cosas
Si quieres amar
Y volver a ser amada,
Déjame ser…
Tu hombre.

Caminemos


Caminemos,
Juntos si quieres,
Pero no por el mismo
Camino.
Eso ya lo intentamos,
Antes.
Caminemos,
Cada uno por su camino,
Haciéndolo en cada paso,
Paralelos, si quieres,
Tangenciales a veces,
Entre cruzados o bien,
Si lo prefieres
Caminos superpuestos,
Que se crucen
De vez en cuando,
En los amaneceres,
O cuando el sol anochece.
O que se alternen,
Hoy el tuyo, mañana el mío,
Pero caminos propios,
No recordados
Ni abandonados,
Caminos que vamos haciendo,
Un poco cada día.
Nuevos. A estrenar
En cada huella
Que nuestras manos
En ellos dejen,

Y en nuestros cuerpos,
Y en los recuerdos,
En los que tenemos,
Y que ya traemos,
O en los que juntos,
De ahora en más,
Como caminos
Podamos parir.
Caminemos,
Solo eso te pido.
Salgamos de esta
Quietud,
En que nos hemos
Adormecido.
Solos tu y yo,
Armando nuestro
Destino.
Caminemos.
Caminemos.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Pese a todo


Días de sombra,
De tenebroso frío
Acurrucando el cuerpo,
En letargo dolorido.
Noches de insomnio,
De contemplativa
Espera, inútil,
Vana, angustiosa.
Horas transcurridas,
Sin haberlas vivido,
Minutos perdidos.
Soles que jamás
Se vuelven
A recuperar
Veranos desperdiciados,
Otoños sufridos,
Inviernos temidos.
Y sin embargo
Y pese a todo,
Me basta verte,
Imaginándote,
Me alcanza
Con saber
Que tu sonrisa
Existe, está.
Que aún deseas
Que te trate
Con dulzura,
Con un abrazo
Cobijarnos juntos
Y en tu regazo
Pese a todo,
Restregar mis heridas,
Pensando
Que eres la única,
La última,
La definitiva
Mujer de mi vida.

Escucharte, de alguna manera



A esa hora,
Cualquier hora,
Pero siempre
especial
En que más
te necesito
En que más
quiero saber
De ti,
Y que no estoy
solo
Sino que estas
junto a mí,
Cuando despierto,
Cuando camino,
Cuando duermo,
Cuando te recuerdo,
Aun
siendo desconocidos
En este nuevo
conocernos
Siempre,
a esa hora
quisiera
Escucharte,
de alguna manera.
¿Sentirás lo mismo?

domingo, 10 de mayo de 2009

Pregunta


Quedó en el aire,
Como mariposa
En el viento,
Como traviesa
Libélula aislada,
Esperando una respuesta
Que no llegó
En el tiempo esperado.
Y Cronos
Con su solitario dominio
De las arenas
Que bajan
Atormento mis horas
Esperando respuesta.
Quedó en el aire,
Pasando las horas,
Temiendo los días,
Que también pasarían,
No se si pensaste,
O siquiera imaginaste,
Que necesitaba
Tu respuesta.
Que aún ahora,
Sentado aquí,
Solo, como estoy
En esta primera hora
Mi pregunta te espera,
En el viento
De mi tormenta,
Como la mariposa.

domingo, 26 de abril de 2009

Presencia


Hoy mis ojos se abrieron
En la penumbra que precede
Al cotidiano amanecer
Presagiando que a mi lado estaba
La presencia de una ausencia.
En ese mismo instante me sentí
Como el pájaro en el aire,
Como el pez en el agua,
Como la serpiente en la piedra,
Transitando mis noches y mis días
Sin dejar huella que registrara mi paso
Por las compartidas soledades
Que acompañan tu vida.
Te vi, imaginando tu letargo,
Mucho antes de que el sol te amaneciera,
Reposando a mi lado,
Ausente de presencia,
Lejana e inalcanzable,
Deseada y no tenida.
Te vi en lo profundo
De tu sueño sumergida,
Ausente de mi lado,
Sin llegar a mi vida.
Y teniéndote en mi mente
Como nunca antes
Nadie te ha tenido
Quise dejar la huella
Que solo una vez deja
El hombre en la mujer
Tal vez por un solo instante,
Pero que por siempre deja
La mujer en el hombre
Cuando esta es presencia
Que aleja toda ausencia.

sábado, 25 de abril de 2009

Qusiera


Quisiera volver a encontrarte
En esa calle en la que nunca
Nuestras miradas se cruzaron.
Quisiera volver a hablarte
Con las mismas palabras
Que nunca nuestros labios dijeron.
Quisiera volver a sentirte
Apoyar tu cabeza en mi hombro
Aunque no lo has hecho nunca.
Quisiera volver a esas cosas
Que los dos nunca
Juntos hemos vivido.
Quisiera volver a repetirte
Porque no te lo he dicho nunca
“te puedo enamorar”

Recuerdos


Cuando el momento llegue
De hurgar, en el arcón
De los recuerdos,
Y los encuentre allí,
Prolijamente doblados,
Planchados con esmero,
Y ordenadamente guardados,
Por empezar sabré
Que no he sido solo yo,
Quien los ha estado preservando,
Para que ese momento llegue.
Y es que, como todo recuerdo,
Siempre ellos llevan parte o mucho
De quienes nos acompañaron
A irlos forjando, uno a uno
A lo largo de nuestras vidas.
Pero cuando ese momento llegue,
Te decía, casi como lo digo para mi,
Seguramente entre los primeros
Aparecerá el de mi mano rozándote
Y entre sueños, tu rubor alzando.
Y luego, como en cascada
Irán apareciendo otros,
Seguramente predominarán
Los de la infancia o la adolescencia
(Cuanto más edad tenga al hacerlo,
Mas lejanos serán los recuerdos)
Aparecerán los hijos, los nietos,
Algunos buenos amigos,
Si es que recuerdo alguno,
Muchas noches de esas,
Que he pasado en vela,
Y muchas otras de aquellas,
En que el lecho no alcanzaba
Para contener los cuerpos.
(hubo, hay o habrá noches de esas?)
Y por último, o al menos eso espero
Aparecerá el recuerdo
De la vez que me preguntaron
¿Y a que renunciaste?
Y dije “a la felicidad”
Pero en ese momento sabré
Que no era cierto,
Que nunca fue cierto
Sino no estarías
Prolija y ordenadamente
Guardada en este presente
Que hoy, también es recuerdo.


jueves, 16 de abril de 2009

De cara a la luna


Danzando
Con su propia melodía
En el estrecho margen
Del haz de luz
Que se filtra tenue
Las partículas
Se posan suaves
Sobre la luna del espejo
Y de allí se dispersan
Para umbrear,
En la penumbra
Resaltándolo,
El contorno de tu cuerpo,
Que adormilado yace,
Acurrucado y dulce
Sobre el lecho.
Las piernas quedadas,
En medio camino
De su intención
De llegar al pecho.
Las manos de lado,
En un abrazo abierto,
Los ojos tornados,
Guardando tu sueño,
Y el tenue resplandor
De las partículas de luz
Coloreando tu cabello,
En un suave rojizo,
Que aun en la penumbra
Palidece tu rostro.
Miro tu dormir
Y el acompasado
Respirar,
Que eleva tus pechos
Ocultos por el lienzo.
Me embelezo de ti
Aguardando mi sueño.
De cara a la luna
Mi mano, busca rozarte
En la soledad de mi lecho.

Nudo llano




Lo pensé sin saber
Que tenía un nombre,
Ni siquiera un uso,
O que existía al menos.
No! Que existía si,
Porque alguna vez lo vi,
En algún lado
Que ya no se donde.
Y entonces lo pensé,
Como único, personal,
Representativo,
De lo que significábamos.
Lo encontramos juntos,
Un día cualquiera,
En una de esas ferias
De baratijas y sueños.
Me costó describirlo
Al orfebre que hizo,
Dos anillos iguales
De marino nudo llano.
Simple, muy simple,
Como había sido la vida,
Pero significativo,
Por lo menos, para mi.
Símbolo de la unión,
De la sinergia
De lo singular
de cada uno.
Un nudo llano
¡Cuántos de buscarlo,
para que en el albor
del año nuevo
en el anular quedara.
Y en otro nuevo año
Mirándolo me pregunté
¿para que?
Todavía no tengo respuesta
Para este nudo llano

Pecera


Paredes lisas
Donde no tengo
De que tomarme
Y tu ausencia
Poblada de
Castillos de arena
Temiendo derrumbarse
Ausencia sin presencia
Sin nunca haber estado
Presente, junto a mi.
Pecera
Transparente a todo
Y vulnerable.
Y yo…
Sin querer salir
De su transparente
Imagen
¿Transparente?
A ver…
Seamos sinceros
Solo de yo a vos
Solo para vos….
Que sinceridad
Puedo tener
Detrás de tanto miedo?
Detrás de esta hora
En que solo te sueño?
Como te imaginé…
Como te soñé…
Como no se si sos…
Si serás…
Me quedo con esa
Imagen
De la calle
De los árboles
Urbanos,
Tristes…
Raquíticos,
Solo utiles…
Para ocultarnos…
Mientras
Nos conocemos.
Algún día…
Alguna vez….
Nuevamente..
Como esa vez…
Que se borró…
Que no fue….
Que quiero
Y hoy no puedo…

Horas


Doce y cuarenta
Estoy sin corbata
(¿le saco la corbata
doctor?)
No hay remembranzas
Solo dolor.
Quisiera hoy conocerte,
Recién hoy,
Tal vez,
Tal vez,
Una blanca capucha
Una cena
De a dos,
Una charla interminable,
Un beso
Solo uno,
Casi amaneciendo,
Tipo cuatro de la mañana,
Y después dejarte ir,
Sabiendo que vuelves,
Y hoy tengo eso,
No se si vuelves,
Porque no hubo
Cena
No hubo
Beso,
No hubo….
Ni siquiera esa
Calle triste…
O la imaginada
Nieve…
Solo viéndote
Caminar por
Caballito
Sin mi,
Hacia tu
Juego perverso
En el que no estoy,
Necesariamente
No estoy.
Doce y cuarenta y cinco,
sin corbata
sin ese “te amo”
tantas veces
escuchado,
(alguna vez
sentido?)
Repito la misma
Canción
Intentando
Encontrarte,
¿Dónde estas?
Todo te evoca…
Y no estas
Sabrás alguna vez
Cuanto hoy
Te necesité?
Pero no estas…..
Ya está…
Sin corbata
(le saco la corbata
doctor?)
casi la una…
que importa la hora…
no estas….
Estarás alguna vez?
Nuevamente estaras?

Oquedad


Espacio
(seré solo eso?)
De un cuerpo sólido
(tendré alguna solidez?)
Que queda vacío,
(mas aún?)
Natural o…
(porque es
destino?)
Artificialmente.
(lo inventaste
para mi?)
o tal vez:
Insustancialidad
(solo eso soy!)
de lo que se habla o…
(y cuanto he hablado!!)
escribe.
(y cuanto he escrito!!!)
Leí el diccionario…
Vi mi vida….
Mientras las cosas que amamos
Siempre te recuerdan…
Oquedad…
Porque estas?

Te pienso


No se porque,
(o si lo se, solo que,
no lo digo)
Cada vez
Que te pienso,
Y eso me ocurre,
Casi constantemente,
Te pienso
En esa calle oscura,
Angostada de repente,
Con sus raquíticos,
Y urbanos árboles,
Con sus grises
Y tristes edificios
Justo en esa curva,
Caprichosa y angosta,
Que se empeña
En torcer el rumbo
De esa calle oscura.
¿Qué significado tendrá,
que te piense siempre,
justo donde se dobla
una calle que era recta,
y sigue después recta?
¡Mirá las cosas
que me atrevo a preguntarte!
En lugar de decirte,
Que en ese doblez
Que es casi de la vida,
Siempre te pienso
Sonriente,
Como esperándome,
Como aguardando
A que un día me atreva,
O me decida,
Que es lo mismo,
A volver a detener
Mi errante vuelo
En la palma de tu mano.
Tal vez solo tendría
Que haberte dicho esto.
Y no entretenerme
En decir que te pienso
En esa calle oscura
Donde lo que brilla
Son tus ojos,
Y el dibujo
de tu sonrisa
que alegra
mi calle oscura.

Dos ilusiones

Ilustración: "Abrazo" Tamara de la Torre


Monótonas,
Corren las aguas
De lo cotidiano.
Hora tras hora,
Día tras día
En el cuerpo
Y en la piel
Solo transitan
Esas vagas,
Melancólicas
Sensaciones
De que lo vivido
No es más
Que la rutina
De la desazón.
Y sin embargo,
Muy dentro
Del alma,
Donde solo
Anida, oculto
El amor
Y tras él
La pasión,
En silenciosa
Esperanza
Viene creciendo
Un sentimiento
Conocido,
Y su vez nuevo
Y diferente
Por esa voz,
Que no conocemos,
Por esos ojos
Que no vemos,
Por esa persona
De la que solo
Tenemos
La certeza
De que está allí,
Donde
La necesitamos
Cuando
La necesitamos,
Aún con sus
Ausencias,
Aún con sus
Miedos,
Aún con sus
Temores.
Que son los mismos
Que nosotros
Tenemos.
Porque no somos
Hojas en blanco,
Porque nuestros
Renglones
Llevan escritas
Muchas historias,
Algunas felices,
Otras tristes,
Pero siempre
Guardamos
Un renglón más,
Para poder
Dibujar en ellos
Lo que anhelamos
De esto que hoy
No es más
Que dos ilusiones

Despertar

Uncida las testas
Por lustroso madero
La yunta detiene
Su lento marchar
Hendiendo la tierra
Justo, frente a mí,
Cerrándome el paso
Por el dorado lugar.
Contrasta la mole
Con su oscuro pelaje,
Recortada del suelo
Amarilleado de flores.
Barrera insalvable
Detiene mi sueño,
Y veo esfumarse
La recostada silueta
En el árbol lejano
Que alcanzar anhelaba.
Ironía perpetua,
Teniéndote cerca,
Sobre un campo florido,
Con nobles surcos arados
No poder encontrarnos
Por el terco cerrojo
De una yunta uncida
A lustroso madero.
Lo amargo del sueño
Quedó en el olvido
Con el despabilante café
Que mis entibio mis labios,
Despierto ya al día
Como una roja boca,
Fragante ofrecida.

sábado, 28 de febrero de 2009

Cambios

Allí, justo allí
Antes había un cerro,
Con lagartijas, mastuerzos,
Gorriones, torcazas,
Espinillos, matas negras
Alguna que otra liebre,
Silvestres margaritas
Y esas flores blancas,
De las que nunca supe el nombre
Pero que alguien me dijo
Eran “tacos de reina”
Por allí solía yo andar,
A veces sabiendo,
Y otras sin saber porque.
Ahora solo ves casas,
Todas iguales, tristes,
De planes sociales,
Calles prolijas, alineadas,
Con basura y autos viejos,
Navajas, cuchillos
Y algún que otro disparo,
Hecho hacia ningún lado,
Pero siempre hiriendo a alguien.
Pulgas que cabalgan perros,
Y el sexo fácil, escondido,
Por donde no suelo andar
A veces sabiendo,
Y otras sin saber porque

Eso fue allá,
Donde una vez
Hube de estar.

En esa vuelta,
En que el río se vuelve manso,
Antes solo era orilla,
Algún que otro sauce,
Lagrimeando las totoras,
Y ese pasto amarilleado,
De inundaciones y de soles.
Por allí solía yo andar,
Con un perro bravo,
Que tenía la manía
De revolcarse en el pescado,
Que se podría al sol
Después de haberlo pescado.
Ahora está el country,
Prolijo y alambrado,
Con guardia de seguridad,
Y césped bien cortado.
Pinos, ciprés y abetos
Corrieron al sauce,
Y ya no quedan totoras
Por donde no suelo andar
A veces sabiendo,
Y otras sin saber porque.

Eso fue allá,
Donde una vez
Hube de estar.

Bajo esta ruta,
Bajando por ese sendero
Resbalé las piedras
Para meterme en el frío
Del lago con un amigo.
Debajo de un coligue,
Y con lenga haciendo leña
Nos calentamos al cobijo
De un cielo estrellado
Compartiendo vinos
Y recuerdos.
Por allí solía yo andar
Acompañado de soledades,
Buscando cardenales
O viendo bandurrias pasar.
Hoy está el asfalto,
Autos veloces,
Que pasan sin mirar,
Guarda rail por la velocidad,
La casilla del peaje
Y la del turismo oficial.
No hay ya carpas ni truchas
Para poder pescar,
Bungaloes, cabañas
Y el casino “tradicional”
Por donde no suelo andar
A veces sabiendo,
Y otras sin saber porque.

Eso fue allá,
Donde una vez
Hube de estar.

En esta calle
Había árboles,
Plátanos y fresnos,
Irregulares adoquines,
Un viejo almacenero,
Chismosas vecinas,
Un inconfundible olor
Familiarmente mío
A deseos de vivir
Siempre aquí.
Por allí solía yo andar
Creciendo despacio,
Apurando mis tiempos,
Soñando los futuros
En esos presentes
De padres y abuelos,
De escondidas y rayuelas
Y noviecitas inventadas
Escondidas en viejos zaguanes.
No estaba lúgubre
Ese techo de autopista,
Ni las luces de mercurio
Que le ponen a la noche
La luminosidad del día.
Por donde no suelo andar
A veces sabiendo,
Y otras sin saber porque.

Eso fue allá,
Donde una vez
Hube de estar.

Aquí, en este lugar,
O en uno muy semejante
Estuvo una vez
Un viejo sillón de pino,
Desencolado, manchado
De manos con tabaco
Y dedos con dulce de leche.
Donde de vez en cuando
O casi todas las tardes,
Ya ni me acuerdo
Nos sentábamos juntos
A disfrutar nuestro tiempo,
A imaginar y soñar.
Por allí solía yo andar
Hoy tenemos otro,
Cuero ecológico,
Blanco tiza o gris perlado,
Está limpio, nuevo, inmaculado
Y también tiene el hueco
De nuestros mismos cuerpos,
A veces juntos, otras separados,
Pero ya sin imaginar
Y mucho menos para soñar
Ya que por allí es
Por donde no suelo andar
A veces sabiendo,
Y otras sin saber porque

Eso fue allá,
Donde una vez
Hube de estar.

martes, 24 de febrero de 2009

Caricias

Bastó un solo momento
Para que todos mis sentimientos
Pudieran recibir el bálsamo
Que como dulces caricias
Apaciguara mi alma
Tan solo a partir de tus palabras.
Leerlas y escucharlas,
Sentirlas, vivirlas, palpitarlas
Como esas manos que rozaron
Mis mejillas, imaginariamente,
Y sin embargo, de manera tan real,
Que aún me dura el contacto
De tu piel sobre mi piel.
Y fueron palabras tan solo,
Que imaginé pronunciadas en tus labios,
Que descubrí escritas por tu mano,
Que supe, y no me preguntes como,
Que solo eran para mi, exclusivas.
Caricias que me acompañan, ahora,
En esta tarde de solitaria espera,
Café de por medio, aguardando
Que lleguen otras caricias
Que sé, solo son palabras.

domingo, 22 de febrero de 2009

Duelo

Me han dicho
Que debo comenzar
A elaborarlo,
A él, mi duelo personal.
Que corresponde hacerlo
Ante una pérdida
Tan sensible.
Y me pregunto
De verdad te he perdido?
Sigues, aquí
A mi lado,
Respiramos
El mismo aire,
Bebemos
De la misma copa,
Reposamos
En el mismo lecho.
Te miro,
Te reviso,
De arriba abajo,
De pies a cabeza,
De derecha
A izquierda,
De torso
Y de dorso
(Sigo tentándome
Cada vez que lo hago,
Bah!!! De solo mirarte
Ya me estoy tentando).
Y finalmente
Llego a la conclusión
De que no
No te he perdido.
Pues entonces me alegro.
No hay duelo
Que elaborar.
Y de pronto,
Aunque lo niegue,
Descubro
Que no eres la misma.
Esa posición es nueva,
Esa mano
Antes nunca
Estuvo allí,
Ese melancólico,
Y en apariencia,
Apasionado quejido,
Es parte de tu nuevo
Vocabulario inconsciente.
Pero, ¿realmente estas?
Y es aquí cuando
Me doy cuenta
De que no.
No estas.
Está la cáscara
Vacía,
Hueca,
Ausente,
Dolida
Y dolorida,
De esa otra presencia
Que, realmente,
Si, ya no está.
Y nuevamente pienso,
Que tienen razón,
Hay que
Elaborar el duelo,
Por lo irremediablemente
Perdido,
Destruido,
Aniquilado,
Destituido,
Y quien sabe
Cuantos adjetivos más
Solo para significar
Que aun estando,
Ya no estas.
Y por eso debo
Elaborar mí
Duelo.

Fantasmas

Solitarios, silentes
Zigzagueantes,
Sibaritas de los soliloquios,
Surgen soterrados,
Asaltando siniestros
La psiquis somnolienta.
Menguan en menuda
Mudanza, maliciosamente,
La otrora mansedumbre,
De momentos macerados
En la mezclada memoria
Con macilento marasmo.
Con eficiente ciencia,
Siembran sombras serviles,
Sobre los antes sólidos
Cimientos sensibles
Que sostenían la suerte
Del amor silencioso.
Le menguan la manera
De mostrar la maravilla
De memorar mensajes
Magnos, melodiosos,
Mudos milagros
De todo lo morado.
Con corrosiva coerción
Carcomen certidumbres
Copiosamente conservadas,
Trocando en construcciones
Crujientes, caóticas,
Lo que antes fuera
Calmo candor.
Y así nos arrastran,
En lúgrubes arpegios
Por tenebrosas dudas
Que destruye las certezas
Que sostenían nuestra dicha.
Fantasmas de la duda,
La artera, infundada sospecha,
La evidencia no confirmada
Más que por la bruma
Que despiertan los espectros
De la incertidumbre
Hundiéndonos en la penumbra
De la angustia, la perplejidad y
La desilusión.

La pareja

Apenas el sol entibia,
Veredas que son lavadas
Por responsables encargados
De edificios de departamentos,
Llevo mis pasos
hacia algún lado,
(Siempre vamos,
tenemos donde llegar)
Juego con las baldosas,
Mientras piso sobre ellas,
Tratando de seguir
Una errática rayuela,
Sin cielo ni infierno,
Sin casillas numeradas.
Llego a esa esquina,
Donde necesariamente
Debo doblar mi vida.
Amplias vidrieras,
De una lujosa mueblería,
Me muestran, deslumbrantes
Juegos de dormitorio,
En los que cualquier descanso
Siempre será un sueño.
Prolijos baldosones negros,
Contrastan con la calidez
Que brinda la madera
De esas camas que se ofrecen,
Lujuriosas y abundantes
Desde los iluminados escaparates.
Son solo camas vacías,
De muestra, de vista,
Traedoras de clientes,
Que ofrecen una remota
Posibilidad de reposar en ellas,
O de disfrutar del amor
Sobre mullidos somier,
Cobertores y calidas sábanas.
En la entrada de ese mercado
De lechos ofrecidos,
Ablandando la dureza del piso,
Con cartones y diarios viejos,
Y abrigando del amanecido rocío
La piel pegada de cada uno al otro,
Una pareja abrazada dormita
En la intemperie del afuera
Ante la indiferencia de todos nosotros.
El reposa su mano sobre el moreno rostro,
Ella, sonríe, dulce, en sus sueños
Se adivinan las piernas
Entrecruzadas,
Debajo de escaso trapo
Que cubre sus cuerpos.
Por un solo instante
El todo contemplo.
Muchas camas vacías,
Prometiendo un sueño
Y una pareja que se ama
Durmiendo en el suelo.

miércoles, 11 de febrero de 2009

La silla roja


Por fin esta tarde pude verla,
Su cabello negro, atado,
Negligentemente vestida
Con unos pantaloncitos cortos
y una remera de breteles amplios
Dejando al descubierto sus hombros,
Me quedé observándola quince minutos,
Que fue el tiempo en que ella estuvo,
Trabajando, aprovechando la brisa,
En su balcón, frente a mi ventana.
Sus manos volcaban con suavidad,
Pequeños chorros de agua,
Sobre la arcilla fresca,
Que tomaba forma con el trabajo
De sus dedos recorriéndola.
No alzó su rostro ni una sola vez,
Por ello me perdí, al menos por hoy,
Saber del color de sus ojos,
Y si su boca sonreía.
Toda ella se concentraba
En la figura que su imaginación creaba.
Yo estaba ausente. No existía,
Ni para ella, ni para nadie.
Jamás pudo saber que la observaba,
Y me sentí un intruso en su propia vida.
Avergonzándome de saber que todas
Estas noches en que lo nocturno,
Compartía mi tristeza, su ventana,
Frente a mi, e iluminada,
Me permitía ver solo el respaldo,
De la silla roja en la que se sentaba.
De allí que solo pude imaginarla,
Crearla de a retazos, en los momentos,
En que dejaba de buscar en el cielo,
El milagro que me iluminara,
(Vieja manía por las soluciones mágicas)
No se porque ya había adivinado,
Que de alfarera eran sus manos,
Tal vez porque las vi revolotear
Buscando en el aire formas
O por esas salpicaduras,
Que en el piso observaba,
O tal vez solo porque sentada,
En esa silla roja, de espaldas,
Pude nada mas imaginarme
Que desde allí creaba.
Ahora su bacón de postigos
Entreabiertos, ventanas cerradas,
Solo me muestra un esbozo
De su obra no acabada.
Me prohíbe la silla roja,
En que cada noche la observaba.
Pero se que está allí, esperándola,
En tanto yo me desvanezco
En la pesadumbre de mi nada.


sábado, 7 de febrero de 2009

En el subterraneo de la hora doce

La estación es San Martín,
Sobre Avenida Santa Fe,
Paquetas si las hay,
En el Micro centro porteño.
La gente habitual en esa hora,
Justo en el medio día de cualquier día.
Dos o tres minutos de espera
Y la formación se llega hasta donde espero.
Vagones reciclados de subtes viejos,
En algún momento importados
Con grandes aspavientos.
Apenas subo, ya lo veo.
Tres a lo sumo cuatro años.
Una remera vieja,
Gastada de tantos hermanos usados,
Un jean descolorido, bolsillos rotos,
Los pies solo calzando la mugre,
Vaya a saber uno en que lugares recogida.
Y en sus manos una pila de pequeños papelitos,
Que su vocecita repite sin que se escuche.
Lo veo e imagino, “he aquí mi próximo poema”
Pero no termino de hacerlo,
Cuando su escasa figura se pierde,
Sin juntar una moneda,
A repetir su letanía,
Ante otras indiferencias.
Es entonces cuando descubro,
Su verdadera esencia.
No es él, el tema del poema,
Somos nosotros, los sesenta,
Setenta, cien pasajeros,
Del subterráneo de la hora doce,
Junto a otros tantos encerrados,
En los nueve vagones bajo tierra.
Es esa mujer vieja de cabello coloreado,
Que lo apartó con una mano,
Para poder lograr un asiento.
Es esa jovencita, con un delfín,
Tatuado sobre su seno,
Que apartó sus piernas,
Para no sentir sus manos,
Cuando se agacho
a buscar algo en el suelo.
Y son todos ellos,
Los sesenta, setenta,
Cien mirando por ventana
El paisaje de ladrillos,
Que regala el subterráneo,
Para no mirar la mugre
Que calza sus tres o cuatro años,
Que enchufados en auriculares,
No escuchan su ruego,
Y, también que puta,
Es ese hombre viejo,
Vestido de saco gris
roja corbata,
Apoyado en la puerta,
Esperando que se abra,
Para huir del subterráneo,
Para tratar de no verlo,
Ese hombre que refleja
En el vidrio, que hace espejo
En la oscuridad del subterráneo
Y ve que su rostro, no es más,
Que mi propio rostro
Pensando un poema.



viernes, 6 de febrero de 2009

Amanecer

Cuatro y veinte de la mañana,
El departamento a oscuras,
El despertador que no llegó a sonar,
Y yo, ojos abiertos, revolviéndome en la cama.
Me visto a oscuras, a tientas,
Apenas si lavo mi rostro, cansado.
Caliento un café en el microondas.
(esta modernidad me mata)
abro las ventanas a la noche,
enciendo el monitor y un cigarrillo,
siento pasar los coches en la calle,
contemplo la negra noche ciudadana,
luces rojas de altísimas antenas
se recortan contra el nublado cielo,
alguna que otra ventana iluminada,
parece ponerle guirnaldas a los edificios.
Buenos Aires duerme.
Entra una fresca brisa por la ventana,
Acaricia mi brazo izquierdo,
primer caricia del día
Y se pierde llevando volutas de humo
Hacia el interior del departamento,
Que por supuesto, también duerme.
Repaso noticias de diarios, todas viejas,
Viejas del día de ayer,
Que poco o nada cambiarán
Con las que pueda leer hoy.
Caliento otro café y el quinto cigarrillo.
Acomodo papeles desparramados,
(Trabajo que nunca termino de hacer)
Vuelvo a contemplar el cielo
Mientras siento una nueva brisa
Rozando nuevamente mi brazo izquierdo.
Y aquí dejo vagar mis pensamientos.
La primer brisa tempranera,
Esa, que me rozo a primera hora,
Logró erizarme la piel,
Supo despertar agradables sensaciones.
Su roce alegro mi solitaria mañana.
Creo esperanzas de tener un día,
O porque no una vida entera,
Llena de caricias suaves,
De ilusiones compartidas,
De acompañarnos juntos.
Pero paso de largo
Dejándome solo
Con mi café y mis cigarrillos.
¿y esta nueva brisa?
La que rozó mi brazo izquierdo,
¿Será la misma brisa?
Por mas que ahora me envuelva,
Siendo ya casi las seis de la mañana,
Reiterada y constantemente,
Sin erizarme la piel,
Sin las mismas, agradables sensaciones.
¿podrá alegrar mi mañana?
Crear esperanzas,
Compartir ilusiones?
Por mas que se repita,
Se afane y se multiplique,
En demostrarme que es la misma brisa,
¿podrá ser aquella primer brisa?
O será solo una brisa distinta,
Diferente, desconocida
Que tendré que aprender a conocer,
Mientras se desarrolla el día?
Me alcanzará lo que resta del día,
(O tal vez de toda mi vida),
para poder llegar a conocerla,
como conocía esa otra brisa.
Seis y veinte de la mañana,
Siguen los rojizos cielos oscuros,
No hay miras de que amanezca.
Pero es hora de que me duche,
Afeite mi rostro de barbas viejas,
Me vista para recibir el día
(y trabajarlo, aunque no quiera)
y salga a la calle en este nuevo día.
Tal vez en ella coincidamos
El amanecer y yo….
Tal vez……

miércoles, 4 de febrero de 2009

Desazón


Mi ojos abiertos
Contemplan la penumbra,
Por la ventana se filtran
Las luces de la calle,
Acompañadas por los ruidos
Que de la nocturnidad despierta.
Intento conciliar el sueño,
Pero más puede mi desvelo.
Invento figuras espectrales,
En las sombras que sobre el techo
Se proyectan. Absurdas.
Mis manos a tientas
Buscan un cigarrillo,
La lumbre que lo enciende
Recorta tu figura,
Dormida a mi lado.
Se reflejan, por un instante
Nuestras figuras en el espejo.
Y el instante se acaba,
Y vuelven mis ojos abiertos,
A sus juegos de penumbra,
Que solo es de mi alma.
Ahora miran para adentro,
Hacia lo profundo de lo oscuro
Que guardo en mi pecho.
Reconozco en las sombras,
Nuestro lecho,
El recuadro del espejo,
Los otros muebles,
La negra boca apagada
De la inútil televisión.
Intento contar las vueltas,
Del ventilador de techo,
Que aunque gire lento
No me deja hacerlo.
Observo la fulgurante
Braza de mi cigarrillo
Que tiñe de rojizo
El cuarto donde me encuentro.
Siento caer la ceniza
Sobre mi solitario cuerpo,
Y allí me doy cuenta
De la ausencia, pesada
De tu presencia ausente.
Algún alcohólico trasnochado,
Desde la acera desahoga penas,
Y yo emprendo,
Mi milésima vuelta,
En este lecho yermo.
El sueño ausente,
Las horas que no pasan,
Los pensamientos
Que enloquecen
Rondando por mi ojos,
Siempre abiertos.
Sobre la cómoda adivino
Sombras de retratos,
Y en mi mente surgen
Dolorosos recuerdos.
Desazón.
Eso siente mi alma hoy.
Desazón,
Amarga,
Cruel,
Dura,
Implacable,
Que se proyecta,
Gira y se eleva
En las columnas del humo
Que el cigarrillo deja
Tan solo para que
Desazón vean
Ios ojos abiertos.

Ilustración: "Transición" Raúl Sabater

Adignidad

No se va a encontrar
En ningún diccionario
El significado de esta palabra.
Es mas. No se si lo tiene.
Solo puede ser vivida
Frente a quien la padece.
La calle puede ser cualquiera,
Tal vez una avenida
No tiene importancia.
Con paso que arrastra años
Dentro de un saco viejo,
Desteñido de orgullos
Y gastado de esperanzas
Se lo ve llegar.
Manchada, la corbata,
Desdibuja un pasado ya ido,
De empleado público
O pequeño comerciante,
Tampoco importa mucho.
Y debajo de todo eso,
Aparece lo que puede ser
Un jubilado,
O alguien con posibilidades,
Edad mediante, de serlo.
No hay sol que entibie
Su calvicie acariciada
Por la brisa mañanera,
Que nos iguala en la transeúnte,
Repetida cotidianeidad
De ser dos seres en el camino
De este desvarío, llamado vida.
Lo zarco de su mirada,
Se nubla más que el día
Cuando mirando sin querer ser visto
Balbucea desde el fondo
De su desazonada bronca:
“Cinco centavos, para desayunar”
Correcta definición elucubrada,
Por idiotas burócratas pasajeros
De un neologismo inencontrable
Pero que golpea la vergüenza
De decirse humano:
“Adignidad”.

Parte Policial

1934 = 2007

Acta numero setentiocho de 1934 En la Villa de San José de la Dormida, en el Departamento de Tulumba, ante yo, el encargado de la comisería de acá, San José Ob Peraltine, mas o menos a las ocho y veinte, póngale ocho y treinta, de hoy once de enero del año que corre o sea mil novecientos 34 se me acerca respetuosamente el número Sussavani, Agenor María y me expresa hablando verbalmente que mientras pegaba vueltas por la localidá, ejerciendo la autoridad que yo le delegué la vespasada para que justamente lo hiciera, vio que de la casa del vecino don GIAQUINTA, Valentín Ursulo, persona que tenía muchos años, y que vivía solitario, pues su mujer había procedido a fallecerse oportunamente y sus tres hijos están en San Fernando del Valle de Catamarca, donde son creo que piones, salía una baranda terrible, por lo que procedió, tras olfatiar varias veces, a notificarme verbalmente y ahora que lo escribí, por escrito.
Nos acercamos con precaución a la calle Don Marcos Juárez sin número, que la chapa está toda herrumbrada y tanteando con la mano la puerta, apreciamos los dos que al no estar cerrada con llave estaba abierta y que al abrirse la citada baranda se agrandaba hasta ser totalmente gedionda, que hasta daban arcadas. Al avanzar en el adentramiento vimos que el perro de la casa, que estaba atado, era el que lanzaba fuera de si la gediondes, por lo que procedimos a desconstituirnos rapidamente y le pedimos a la vecina doña Margarita Rita Allirebi, viuda de su esposo que había muerto hace como dos semanas, unos trapos y una botella de labandina que nos facilitó a título de colaboración y a cambio que la dejásemos entrar a mirar, a lo que procedimos a acceder.
Con los trapos y la labandina, agarramos al perro muerto y, mediante la introducción repetida de una pala en la tierra del jardincito de adelante, hicimos un pozo donde procedimos a enterrar al causante, con lo que disminuyó el olor. El cadaver del perro estaba sano del lado de afuera, o sea que no tenía balazos ni nada, por lo que entendemos que falleció muerto de hambre y de ganas de tomar agua, el pobre.
Tras realizada esa operación piadosa nos introdujimos otra vuelta en lo de don Valentín para indagar las causas del óbito del perro y vimos, santiguándonos, que en el lado superior de la cama grande donde, presuntamente dormía, ya que era la única que había, se encontraba el citado don Valentín, totalmente inmóvil, en grado de cadáver, por lo que, tras rezar un Ave María, me retiré para avisarle al Juez por teléfono, ya que aquí no hay, tarea que delegué en el número Ramírez, Introducido Juan, que para eso sirve mucho y me volví, para custodiar el teatro de los hechos o sea la escena del tránsito a la otra vida, no sea que lo haigan matado en forma de delito.
Lo único que Don Valentín (que en paz descanse) tenía puesto era un calzoncillo de los de antes, de tela común. Y como estaba boca arriba no tenía heridas de arma blanca ni de otro color, como ser balazos o golpes con un fierro o con un palo. Previa mirada para ver si no había rastros o otras porquerías, uno nunca sabe, el funcionario que firma cuanto termine de escribir, no antes, se introdujo lateralmente de costado debajo de la cama con una linterna de la Repartición para ver si no habia sido acuchillado desde abajo hacia arriba, pero el colchón, medio viejo, eso sí, estaba sin roturas que se apreciaran a ojo de buey cubero. O sea que parece que habería sucedido la cosa de muerte morida y no de muerte matada, pero eso lo tendrán que decir los oforenses.
Para ver si venían de la ciudad alguno, nos constituimos, sacando dos sillas de totora, en la vedera de la casa, a la que se habían arrimado unos cuantos vecinos, que trajeron mate y hasta un porrón, pero esta autoridad y el número no tomaron nada por estar en horas de servicio, que está prohibido.
En eso, pasó en su charré el doctor Raul Méndez Olacir, que si bien no es oforense, fue parado por mi, que le rogó que si queria agarrar y tocar al cadáver del finado, a lo que con la gentileza que siempre tiene, y mas cerca de las elecciones, dijo que sí, y procedió a entrar y se puso unos guantes transparentes que sacó de su maletín, que es muy fino, de lindo cuero labrado.

El Doctor Raul miró al finado desde varios lados (arriba, costado de un lado, costado del otro lado, le movió la pierna izquierda un poquito, nomas, se sacó el guante derecho de la citada mano y le puso la palma en la frente del crepado, y dijo, dijo, dice que debería estar muerto desde hace como seis horas, pues ya tenía una enfermedad que solamente ataca a los muertos y que se llama rigor muertis y que procede a endurecerlos como almidonados. Al contarle al Doctor lo del perro hediondo nos dijo que lo mas seguro era que al muerto le hubiera dado un ataque de algo jodido que lo dejó paralítico y que eso provocó la muerte del perro por falta de alimento para comer y que luego le tocó el turno para fallecer a don Valentín, con lo que siendo la hora trece y veinte y no apareciendo nadie desde Tulumba, procedí a dejar al número en calidad de consigna inmovil y me retiré a mi domicilio para alimentarme yo, y prometer enviar a mi hija Antonia con algo de asado de chivito para el número, de lo que dejo constancia y firmo.

San José Ob Peraltine
Encargado de acá de la Comisería de San José de la Dormida

llueve

Llueve
Llueve en esta tarde,
Y yo solo me pregunto
Como fue que te perdí,
Porque fue que no te encontré,
Donde fue que te dejé partir.
Llueve,
Llueve en esta tarde,
Y solo adelanta el minutero
Un tiempo ya perdido
Que nunca podrá volver.
Llueve,
Llueve en esta tarde,
Solo gotas de tristeza
Sobre mi corazón solitario,
Que añora tu presencia a mi lado
Como esa tarde del adios.
Llueve,
Llueve en esta tarde,
Y tu cálido recuerdo,
Mujer niña, amada mía
Acompaña mi congoja
Tristeza y remembranza
Por no volverte a ver.
Llueve,
Llueve en esta tarde,

Petalo

Cual si tus pestañas
Suaves se posaran,
Ocultando el iris
Perfecto de tu mirada,
Para recostarse quietas
En tu trémulo interior,
Así fue cayendo
Aquel primer pétalo,
De la rosa que guardaba
El perfume de tu piel.
Fueron tus suaves manos
Las que aterciopelaron su tallo
Y lo depositaron justo
En el centro floral
De nuestro encuentro.
Fueron ellas, tus manos
Las que aromaron
Los días de vida
Que la rosa tuvo
En nuestro cuarto.
Esa caída plañidera
Del primer pétalo,
Nos señala el momento
De renovar su presencia
Con una rosa nueva
Que nos recuerde
La promesa
Nunca pronunciada
De revivir cada día
Nuestro vigente encuentro.

De todos modos

De todos modos,
Y de cualquier manera
El esperado camino
Este era.
Lucir por unos días bella
Para finalmente yacer,
Fría y marchita
Sobre el cristal de la mesa.
Destino de flor, de pétalo
De tránsito ligero
Por la vida.
Que sin embargo supo,
En su fugaz momento,
Dejarnos el encanto
De su vívida presencia.
Casi un logro sería
Si tan solo en eso
Nuestras breves vidas
A ellas se parecieran.

Pregunto

Esa brisa
Que recorre mi espalda,
¿la trae el sur?
Ese beso
Que todavía no nos dimos,
¿lo trae el sur?
Esa caricia
En la mano, aún retenida,
¿la trae el sur?
Ese encuentro,
Postergado todavía,
¿lo trae el sur?
Ese futuro,
Que aun desconocemos,
¿lo traerá el sur?

Chimenea

Lejos,
Casi en el infinito fin
De una calle larga,
Entre filas de edificios viejos,
Que se derrumban,
En la bruma contaminante
Del smog. Porteño,
Asoma como un dedo,
Un apagado faro urbano,
La vieja estructura
De una obsoleta chimenea.
Su boca ya no enturbia,
El aun hoy mas turbio
Cielo de Buenos Aires.
No los veo, por la distancia,
Pero quienes hoy transitan
Por su base, son peatones,
Desocupados, buscas,
O simplemente apurados
Transeúntes de la nada.
Los obreros y peones,
Los trabajadores laburantes
Que ayer humear la hacían
Desaparecieron junto al último
Espiral de su negro humo.
Y solo quedó el vacío hueco
De su triste figura,
Que se recorta nostalgiosa
Allí, al final, de esa calle larga.

A dos voces

Quisiera velar de tu cansancio,
que eu tenho,
sentarme junto a ti y ver
uma razão precisa,
por la que algunas veces
Nós também ferimos,
Sin que nuestro corazón lo quiera,
Pois todos nós erramos,
Buscando aquello que deseamos.
Dê de você mesmo o quanto puder!,
Me dices y tus palabras
serão as boas coisas,
que guardo en mi corazón.
voce sempre me deixou uma boa imagen,
y sigo viendo tus ojos mirarme
por um longo tempo,
nuestros cuerpos juntos y oirte decir:
“Sou feliz comigo e com minha vida!”
Quisiera velar tu cansancio, y decir
só fiz boas coisas na vida,
y volver a estar junto a ti
com o coração aberto, meu querida,
para recordarte siempre
com um grande beijo e dulce beso....