jueves, 18 de julio de 2013

Por mi parte

Ten cinco minutos de coherencia
y olvídate de los sueños del amor.
Dilapida el susurro del monte hirsuto
en una casta sombra de penitencia,
aliméntate de candor en la abstinencia
y, seguramente, se te abrirán los cielos.
Yo por mi parte extrañaría el infierno.

Un mismo barro


Me gustaría que supieras ser
trapecista de la luna menguante,
des abandono de una lágrima,
carrusel de viento y agua florida,
alas abiertas en ingrávido vuelo.
Pero nada de esto puedes lograr.
Después de todo, al bien mirarte,
con ese egoísmo de ser humano,
disculpo tus armonías perfectas,
tus arroyos de redondas piedras,
tu boca de obligatorios urbanos,
y con él, te invito a que regreses,
tan  plena de tus imperfecciones
para dejarme, incurables instantes
en los que deseo ese mágico soplo
en el que somos un mismo barro.

miércoles, 17 de julio de 2013

Te vienes

A veces, algo tuyo queda en mí,
adhesiva permanencia de gozos,
oportunidad  de más que perturba.
No hay otras manos en revoloteo
que ahoguen tan larga complacencia,
júbilo de viajes a último momento,
 y todo el gusto de haberte sentido.
Solazando resabios de días juntos,
suavidad de aguamieles candentes,
liberan, indecentes propuestas azules
en la victoria con que tu ausencia
me visita en esa permanencia
que aguardo hasta que te vienes.



sábado, 6 de julio de 2013

viernes, 5 de julio de 2013

Réquiem de un loco

Este ciego animal que es la ciudad,
No es más que previo entorno muerto,
la fractura de un oculto sentimiento
abortando órdenes en la noche futura.
No me sueltes con mucho respeto,
que invado el camino de tu boca
con desertoras baladas de otoño,
ganándonos un lugar en el averno.
El lomo de un adiós, invita a la fuga,
guareciendo en la sombra de una flor
el círculo perfecto de pasión vulgar.
En tanto,  tirando piedras a la luna,
se distrae, en el réquiem de un loco,
el solitario habitante del infinito distinto.

Melodía


Bajo las estrellas
de un cielo cerrado,
dormita un columpio
de su diario vaivén.
La última suplica
de sucias manitos,
perduran incluso
en la vida cercada
de la nocturnidad.
Lagrimea el rocío,
rodando las cuerdas
que lo sostienen.
Volar fue su deseo,
alzando en el aire,
sueños de risas,
pero el ocaso truncó
la pretensión de más.
El opaco silencio
de una plaza vacía,
es soledad repartida.
Renacer con el sol,
en gritos de chiquillos,
su melodía de vida.

jueves, 4 de julio de 2013

La timidez del amor

Carecen de sentido, en noche de miserias,
la confidencias sin destinatario, que brotan
compungidas, vagas de sombras y silencios,
conspirando contra el pecado de la memoria.
Muchas lunas perennes las han visto pasar,
en ocasiones, como una ausencia teñida de azul,
otras, como gorrión en lento transcurrir de fuga.
En sus intimidades de insomnio imaginario, logran
que se escuche, en tu yo profundo, una canción
en la que, la nota elevada, es la timidez del amor.


miércoles, 3 de julio de 2013

Entre tu y yo


Entre tú y yo,
existe un siempre
rondando  oportuno
por la trivial costa
de las ausencias.
Como viejo teatro
de sombras chinas,
es un actor insertado
entre la imagen vista
y la luz que proyecta.
Guarda nostalgias
de perfume francés,
y con él nos envuelve
en un conjuro mayor
vedando que se cumpla
todo alejamiento..

martes, 2 de julio de 2013

Peatona del río

Sólo se siente uruguaya
de viernes a domingo
El resto de la semana
se inventaba inviernos,
en el tabú  de sombras
que atrapa en los días
de algunos Buenos Aires.
Cuando quería ser buena,
se hacía oriental a secas.
En la Puerta de la Ciudadela,
se recordaba su nombre
en el punto donde cruje
el peso  de todos los años
que se llevan encima
como una prenda de piedra.
Un día de primavera
tuvo marido, como de paseo.
Del que conserva sin embargo
ese decir que no te amo.
Los domingos en la tardenoche,
se convierte en peatona del río,
lo transita como tierra y polvo,
y se desancla artista de lo suyo
a la vera del Riachuelo.
Se despoja de su inspiración,
dejando atrás su tiempo pasado,
se calza los interrogantes
de la semana que viene
y, aterida por un frio de adentro,
se visualiza porteña
hasta el viernes que viene.




Aullido de rojo ritual


Marionetas de esteroides
envidian lo que es inmortal
en los ojos de Bette Davis.
Una pareja demasiado ética,
le prohíbe hamburguesas
a dos caprichos en ojotas.
Una borracha de ginger ale
regresa, como la mujer araña,
dando mimos con sabor ajeno
al cadáver de un guardia civil.
Ven, seamos felices ahora,
gorgotea un fantasma mentiroso,
y en el caleidoscopio sub-realista
del baile absurdo y sin sentido,
un señor, con sombrero de copa,
a punto de morir aburrido
en su inútil tertulia olvidada,
se pregunta, escupiendo al cielo,
¿cómo pudimos llegar a esto?
Un aullido de rojo ritual le susurra,
al son de un cajón flamenco:
el Gobierno los hizo estudiar.


El filo de los recuerdos

En el filo de los recuerdos
 siempre existe un riesgo,
un insólito abuso de desparejos.
Momentos imposibles.
A veces, es un desvelo de dos,
volátil visita inesperada,
triste ave, con mirada al pasado.
Un disparo erótico de sol,
desnudez de verdades ocultas.
En ocasiones, solo una obra
aferrada a los talones del temor.
Es un trance alterando la calle
de la emocional seguridad,
que al abrir la ventana del ahora,
resulta arabesco inesperado
con certezas de carnosidad.