Ten
cinco minutos de coherencia
y
olvídate de los sueños del amor.
Dilapida
el susurro del monte hirsuto
en
una casta sombra de penitencia,
aliméntate de candor en la abstinencia
y, seguramente, se te abrirán los cielos.
Yo por mi parte extrañaría el infierno.
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