martes, 25 de junio de 2019

Horizonte

Ahora mismo,
ahora que todo vuelve,
un remolino de agua
va apagando todos los fuegos
de aquellos
con  quienes he amado.
Mucho amo todavía,
tanto o más que antes,
tal vez a las mismas gentes,
de una manera diferente.
También a otras que hacen dulces
las cosas pequeñas.
Los años pasan más de prisa,
el viento en la cara siempre
me mantiene en vela. Alerta.
Tal vez ahora tenga mas
los pies sobre la tierra ,
o me enmascare menos en la vida.
Ya no son tan largos
los silencios y las esperas,
o aprendió la paciencia a ser paciente.
Disfruto del río que sigue su curso,
unas aguas vienen, en tanto de otras,
lentamente nos dejamos.
El horizonte ahora es reposado,
de ti, no me aleja ni me acerca.
Ya me colmó con todas tus presencias.





lunes, 24 de junio de 2019

No es obligatorio


En el aire, se balancea
un oficio difícil de entender:
el de armar un día
que puede ser mentira.
Un sol clavado en lo alto
y escondidas lluvias frías
en la habitación de un hotel,
mi mundo, limpio y perfumado,
huele la miel de la esperanza,
mientras la ciudad, la tarde y tú,
están desnudas y aturdidas.
Un azul reciente se construye
con todas las arrugas del ayer.
Envejecer, ese es el oficio
que se desborda a cada hora.
Por ahora, ni tu ni yo somos viejos.
No es obligatorio, sino inevitable.


domingo, 23 de junio de 2019

La mariposa y yo

Mariposa,
estamos tan heridos.
Tu prisionera
de la luz en la noche noche,
y yo aquí,
con mi lengua salada por el mar.
Qué ligera
se  nos llega toda herida,
y cuan profunda
viene, si es de amor herida.
A ti mariposa,
te ha perdido el resplandor,
que noche a noche
troca en polvo tus frágiles alas,
yo, me marchito
en el secreto de unos ojos
que con sus silencios
mi sangre, fatal, coagula.



sábado, 22 de junio de 2019

Después del mediodía


Un  azul-azul, indómito y febril,
brotó en la timidez de tu mirada
cuando acaricié la vigilia
que, tibia, perfumaba tu boca.
Inesperada y audaz, una sonrisa
vivió su destello tenue y furtivo.
Fui feliz después del mediodía.

Siempre en la misma piedra

Me gustan  los espacios que habitan tu cuerpo,
las tinieblas con que vistes tu perfecta desnudez,
la desmemoria con que mis manos te descubren
y ese licor derramado que amanece bajo tu vientre.
Las lentas palabras que se te escapan, obscuras,
en la delicia que vibra en el diapasón en tus formas.
Me atrapa el espeso otoño de tus escondidos lugares,
esos, en donde el tiempo no transcurre, sino habita.
Escurrirme, placido, certero y voraz, entre el sí y el no
que va y viene de la fuente de todos tus deseos.
Finalmente me reconozco vagabundo de tus contornos,
tropezando y cayendo siempre en la misma piedra.



viernes, 21 de junio de 2019

Diluida en la bruma


Verte venir burlando el asfalto
y este mundo reteniéndome
en la penumbra de la acera opuesta.
Un trazo de sombra y te marchas,
todo tan absurdo y cierto
como ese rastro, anónimo y ajeno,
que me recorre la espalda
y no entiendo su significado.
Desde mi ojo, solo una mancha
que huye es tu cuerpo, esquivo.
Sin haberlo previsto, me confunde
el hueco breve que dejó tu paso.
Como en un simple juego
sé que mañana todo volverá
a comenzar, cuando aparezcas
por la esquina, diluida en la bruma.

jueves, 20 de junio de 2019

No es fácil

Quedé atado a su boca inmóvil.
Se me olvidó un aleteo
en el cariño tibio de sus vientos.
 Atardeciendo me marche susurrando
rojo por mis venas cálidas.
No es fácil empezar con otra cosa.



lunes, 17 de junio de 2019

Tras el cristal


Desde su ventana, mira la mujer
de la calle los reflejos infieles,
mientras que el silencio resbala
lento, entre los ruidos inmóviles,
dilatandose sobre carnes vencidas.
Brazos y espaldas encauzan
testimonios de decaídos transeúntes,
mientras la pereza encalla en los labios,
 voluptuosos y evasivos, del tedio.
La tarde, aburrida, se gasta en entretener
la sed de horizonte y noticias
del cuerpo que nunca llega a cansarse
de ese tránsito de lugares comunes
que desfilan, desleales, tras el cristal
que bosteza seres y rostros fingidos.

Pecado y perdón

En vuelo inútil, pecado y perdón se elevan
en el vicioso círculo de lo único eterno.
Sordo y ciego me entrego al goce vedado,
sin dejar ningún rastro o dejándolos todos.
En ti el tiempo apenas tiene luz para el vuelo,
es allí donde anida lo fugitivo y lo eterno,
en un misterioso lenguaje, el de tu cuerpo,
que tiene el misterio del agua y la sal,
con una despiertas la inquietud eterna
que solo con la magia de la otra apagas.



sábado, 15 de junio de 2019

Y ni aún así


Hoy tengo mis ojos habitados por pájaros de la noche,
por palabras lejanas que se pierden por tu cuerpo,
como un instante agonizante para inventar un dios.
Quiero un viernes que este predestinado a la tristeza
y un ritual secreto que me transporte hacia el olvido,
despojarme en un lejano estallido de vera intimidad,
y para mi ombligo, varias bocas de sutiles formas.
El ayuno fatiga mis brazos y torna pesada mi cabeza.
La garganta envenenada por un te quiero sin decir
mengua la conciencia con el olor sagrado del deseo.
Es mentira que la lluvia te recuerde. Solo llueve,
y ni aun así, bajo la garúa, se detiene el desespero.

Como la marea


Para el miércoles, ya se apaga la intención
de no estar contigo, allí digo que es duro
el tiempo que corre sin verte por las calles.
Caminar duele menos cuando sé que estás,
aunque tus ojos reflejen un amor imposible,
o lo que es lo mismo, un congelado invierno
de excusas que se deslizan por las tardes.
Soy demasiado pequeño para llegar al viernes
sin verte. Quedan los labios grises y, créeme,
 tu ausencia quema en la soledad de mis manos.
Hay semanas en que ni tú ni yo nos recordamos,
sólo nuestros cuerpos se acercan uno al otro,
como la marea más dulce y triste de la tierra.