En el
aire, se balancea
un oficio
difícil de entender:
el de
armar un día
que puede
ser mentira.
Un sol
clavado en lo alto
y
escondidas lluvias frías
en la
habitación de un hotel,
mi mundo,
limpio y perfumado,
huele la
miel de la esperanza,
mientras
la ciudad, la tarde y tú,
están
desnudas y aturdidas.
Un
azul reciente se construye
con
todas las arrugas del ayer.
Envejecer,
ese es el oficio
que se
desborda a cada hora.
Por
ahora, ni tu ni yo somos viejos.
No es
obligatorio, sino inevitable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario