Verte
venir burlando el asfalto
y este
mundo reteniéndome
en la
penumbra de la acera opuesta.
Un trazo
de sombra y te marchas,
todo tan
absurdo y cierto
como
ese rastro, anónimo y ajeno,
que me
recorre la espalda
y no
entiendo su significado.
Desde
mi ojo, solo una mancha
que
huye es tu cuerpo, esquivo.
Sin
haberlo previsto, me confunde
el hueco
breve que dejó tu paso.
Como
en un simple juego
sé que
mañana todo volverá
a comenzar,
cuando aparezcas
por la
esquina, diluida en la bruma.
Una delicia de poema, escrito al compás del corazón.
ResponderEliminarBuenas noches.