miércoles, 30 de noviembre de 2016

Memorioso vientre


Deambulan aromas sin lavar en el rocío de la mañana.
Entre el olor del pan caliente, ciruelas y la hierba,
el día se quita la piel despreocupada que le dejó la noche,
y se dispersan en los labios de la ilusión los bostezos.
En fuga la somnolencia es un personaje que no se cansa,
entre artesanías los sueños tendieron ilusiones
que andan descalzas en el fresco espíritu de la hierba.
Los pájaros, ídolos de un templo santo, propagan trinos matinales
ahogando al silencio que no sale de su asombro.
Una ataviada mujer de memorioso vientre pasea, en la umbría,
toma una hoja de la lujuria del lugar y activa la fragancia
que se precipita con sus lágrimas en intimidad de un amor dolido.


Risas azules

Un rebaño de susurrados caracoles dejan tus labios
en la itinerante desesperación de mi cuerpo.
Olor bosques vienen a mí cuando juegas la sinfonía
de rondas con la ligereza de peces entre el coral.
Un veneno secreto me sorprende en mi sangre,
mientras risas azules acechan mis  ríos, desmontando
la superficie almidonada de mis poros desnudos.
En tanto,  jugando con tu inmoralidad, preguntas
si creo en el hechizo del lenguaje que se traza en la piel.


Suave pluma


En el resplandor orgulloso de la alegría se lavan las risas.
Un deslumbramiento de soles extingue todo atisbo de tristeza
y surge la promesa de agitar el perfume de días venturosos,
cuando la sangre se altera en cavidades inciertas que arden
mordiendo la almohada donde se ahoga el grito que el amor arranca.
La pasión desclava ermitaños deseos traviesos que erizan,
como rayos de lirios, la piel que tiembla en cada gorjeo.
Alados alientos rasgan el cielo de esa isla de sueños
que habita el cuerpo cuando en las orillas del anhelo,
se siente descansar, en la blandura de las fatigadas carnes,
la suave pluma del arco iris reposando después de la lluvia.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Letanía de cosas

La sal endurece una letanía de cosas.
Nosotros no solo somos sal. También somos agua
metida en una naturaleza de piel y huesos.
Tenemos esqueletos idénticos bajo rostros distintos.
Somos gente demasiado grande
como para ser una breve pizca salada.
Numerosos bajo la luz solar o en patios traseros.
No rechazamos ser numerosos.
Si estar condenados al patio trasero,
meras replicas de la mujer de Lot mirando al pasado,
deshaciéndonos en salino goteo,
con los ojos cerrados inundados de agua ajena,
dislocando la gravedad en el acto de beberlo todo,
hasta el verde océano o una cucharada gruesa de avena y sal.
Finalmente, nos come el viento que viene de afuera,
agrietándonos la piel por donde el agua escapa,
y solo quedamos en sal con una letanía de cosas.


Si hay silencio


Si hay silencio
se hunde la canción en el vientre que la canta.
En torno a la garganta la lengua es rayo en llamas,
asciende en espiral el tono gutural de la melodía,
pulidos huesos impiden bailar a los mortales.
Si en el extremo del mundo un sonido se propaga,
tañendo finas cuerdas de pelambre,
otros son alcanzados por la musical protesta.
Lo llamaran peligro, un monstruo lo llamaran,
y habrá un yo que intentará prohibir su resonancia.
Muchos quedaran rígidos y detendrán su creación.
Otros, pocos, a escondidas, se enfrentaran,
despiertos, errando notas en la niebla solitaria.
Tal vez frente a una ventana gris,
bajo la luz que da la lámpara de un piano,
con las manos sobre las teclas.
Y esas manos, usadas de prestado, romperán el silencio,
serán piedra, pesada piedra y otra piedra más,
puntos de referencia que disuelven la neblina
y dejan que las puertas queden abiertas
y la música, la canción, el sonido, la melodía,
rompan las vedas aullando el susurro del follaje.
Calla el mundo si la idea no se atreve.

La palabra

La palabra es un ave de agua
que alza su vuelo desde los labios
y da forma al cuerpo de los sonidos.
Hipnotiza con lenguaje de sueños,
succiona una ola de sentimientos
y se vacía dirigiéndose hacia otros.
Puede ser balbuciente veneno,
suave como la piel o dura piedra.
Es un arma reluciente la palabra,
con la fuerza de un guerrero
o el empeño de la que esta pariendo.


domingo, 27 de noviembre de 2016

En eso estoy



Estoy explicando algunas cosas
para que nadie pierda su propia libertad.
Si no puedes decir algo como quieres
debes elegir otro manera, otro medio.
Pero dilo, es algo muy hermoso
entretejer historias con palabras,
pintar un cuadro con lo que sientes.
Por eso soy así, como soy.
No pertenezco a ningún imperio,
emprendí un viaje de soledades
hacia mi propio mundo de emociones,
buscando un paraíso lejano del odio
y cercano al respeto y la armonía.
No lo he logrado, pero en eso estoy.

Silenciarme en lluvias

He decidido silenciarme en lluvias,
limitar mis salidas a vagar en silencio
entre los fantasmas y el mismo misterio.
Penetrar a escondidas, solitario,
en las bocas del aturdimiento. Ensimismado
en una nostálgica pendiente de olvidos.
Deslizarme por caminos sin regresos,
por encima y por debajo de las nubes.
Evitar los puentes que permitan hablar entre nosotros,
montar un laberinto subrepticiamente sin salida,
que la ausencia sea un tiempo de significados,
de afirmaciones engañosas y espectros.
Vivir a un ritmo confundido desde todas las direcciones,
en la utilidad del silencio majestuoso,
y así, desde el calor que brinda la ambigüedad,
exterminar todas las flechas de este amor herido
y el néctar que en los labios dejó el incendio de tu piel.



sábado, 26 de noviembre de 2016

Murmullos constantes


Las manos se pierden en las sinuosas curvas
que esconden el acantilado suburbano.
Una mano secreta germina en los sitios oscuros
la embriaguez que calma la sed incontinente.
Están desnudos de palabras, no de deseos,
uno dentro del otro, así se enturbia la calma.
Por debajo una danza física de pies descalzos.
Se escucha en el viento un canto encendido
que se escurre completamente por las piernas,
Una lengua se interna en los principios agitados
de un río escandaloso, donde la noche reina
con su rocío de incendios que abren de par en par
la blanca página del vientre que ancla el deseo.
Ebrios, todos los tambores emergen danzando
entre los murmullos que acercan a los dioses.

Instante infinito

De pronto un loco multiplica ventanas,
devora un piano y le parece desabrido.
La aurora se extiende espumando en violeta,
el rumor de las rosas ayuna el hueso de las voces.
Cantan, en ese desespero alucinante, los mirlos
y la noche se ensancha en tu cuerpo de vino.
Qué amargo sabor dulce beben mis nervios
de los ríos que extraños te transitan entera.
¿Cuántas bocas olvidaron esa última gota
que hoy inunda todas las partes de mí?
Detenida en mí garganta me pertenece,
como pertenecen las velas al sutil viento
y no al velero que por ellas en la mar se empuja.
¿Cuántas veces te amaron desnuda y sin pétalos?
¿Dónde caben mis ojos cuando te pruebo?
Exactamente aquí, justo en esa aureola rosácea
dónde estoy yo más toda la otra mitad de mí.
Puedo ser simiente en este deseo incierto,
puedo ser instante infinito o raíces profundas,
y solo multiplico ventanas junto al desabrido piano
en el que hierve una fatalidad recostada.


Ilustración: "Instante infinito" - Guillermo Patricio Henríquez Gonzlez (Guillermomagno)

Re visiones


Aromas de avellanas húmedas guardan los muelles,
las gotas de lluvia dibujan efímeros círculos en el barro.
En la puerta del cementerio se marchitan las flores,
el sol se endulza entre las cerezas en el mercado.
En el sosiego de un baile distrae sus años una niña.
El tiempo se va ocultando lentamente en el polvo
hasta que nos sorprenden las alas suaves de la seda.


Corazón dolido

Exhumaron al residente
de un corazón dolido.
Lo trozaron e inspeccionaron
con la sutileza de un hábil mortal.
Lo desnudaron y pelaron,
lo cocieron y licuaron,
lo doblaron y lo estiraron,
el solo dijo, esta noche
pienso visitar a mi dueña,
y la sangre irrigó sus mejillas
y se puso a echar humo orgulloso.
Altanero comenzó a hablar
desde su cuerpo de nada.
Algo nunca muere
en los corazones dolidos.


miércoles, 23 de noviembre de 2016

En el agua


La claridad eleva
en la frágil liturgia dominical.
Gota a gota
los océanos renuevan sus fuentes.
Las piedras grandes se despeñan antes
en un mundo de afonías,
las cicatrices duran años largos
como agrietadas heridas de candente vidrio,
pero ocultan las lágrimas
en las corrientes marinas. Y en el alma.
En el agua todo llega a ser caricias.

En la hojarasca

El tiempo de las hojas guarda palabras olvidadas
en una bohemia de final abiertos,
como una lluvia de notas musicales encubiertas,
escondidas en esas trémulas criaturas,
con dos caras solamente,
sin voluntad de ser perfectas o espectaculares,
olvidadas en su frescor de color verde.
Nacidas en los brotes patriarcales de la primavera
se sostienen hasta dejar sin ropa
los espacios vacíos verticales de las ramas.
Luego se desploman en un apocalipsis color de fuego,
en melodías que resuenan
silenciosas por todos los espacios que dejan
las gotas en la hojarasca.



lunes, 21 de noviembre de 2016

Prisionero



Como espectros aislados en las ruinas de un laberinto,
colgando en la inutilidad de una ausencia sin tiempos,
la melodías desiertas de la pesadumbre se arrumban
bajo las penumbras de un bosque de lamentaciones.
La vulneran, ciertas y envenenadas, las flechas de la aflicción,
nublando todas las esperanzas de romper las cubiertas
que ahogan, desde todas las direcciones, el entendimiento.
La aflicción se consume en las cáscaras del fuego interior,
se doblega, aislado, el hálito de una respiración entrecortada,
los enmohecidos grilletes abruman la soledad del prisionero.
La estrella de la libertad parece habitar en algún distante país,
hoscos son los cielos del silencio perenne que habita las rejas.
Se agrietan los labios en los horrores que guarda el grito callado,
no existe balcón que deje entrever las colinas de la liberación.
Purga su culpa quemándose el alma quien ese encierro habita.
Pero es la razón la que, en los márgenes de la coherencia,
deambula por islas oscuras sedienta de la luz malgastada.
Hurga en los escondrijos el perfume del viento, del bosque y el mar,
intentando aferrarse de imaginarias alegrías en su entierro sombrío.
El cuerpo termina abrazando una esquina para silenciar su dolor,
pero la mente padece en la turbulencia de saberse encerrada.


Subrepticiamente

Sale a rondar el silencio,
subrepticiamente, a escondidas.
Se extiende en varicoso vacío
desde el calor de la ambigüedad.
Busca, en su hervidero, silenciarme
en la elegancia de su nombre,
ocultar secretos detrás de los secretos,
hablarme acerca de las ausencias
y del olvido púrpura de las fantasías.
No sabe que es un amigo entrañable,
que mi placer es dialogar entre nosotros,
agitar los fantasmas de las estanterías,
resolver los misterios que penetran
con la lluvia en las bocas,
y los significados de las palabras engañosas.
Me permite volar por encima de las nubes,
dejar abiertas las ventanas
para que entre la imaginación y me inunde,
deslizándose en vertiginosa pendiente
con su ritmo confundido de caos y orden.
Cantaré tu nombre silencio majestuoso,
al despertar cada mañana,
dejándome atrapar en el señuelo
que me propone tu juego.
Allí, mi memoria dispersa,
creará puentes en los caminos de letras.
Te esperare en un verborrágico columpio
apostando a la destrucción de la locura.


domingo, 20 de noviembre de 2016

Ante sus ojos



La esperaba todos los días,
no solo un domingo especial.
Hundido en el tormento
que trae la incertidumbre,
un tenebroso frio lo invadía
cuando el reflejo del sol
apagaba rojos en la tarde oscura.
Agitaba crispadas manos,
de sangre y de sueños,
ante la inentendible ausencia.
Lágrimas negras mostraban el dolor
que como torrente lo ahogaba
cuando, ante sus ojos, se cerraba
del cementerio la puerta
por una noche más.

Ilustración: "La puerta de cementerio" -  Caspar David Friedrich

Mirada

Fría, fija y circular es la mirada
observando que todo lo que mira.
¿Qué espían los que no pueden ver?


Ultima puerta


Tras esa puerta todo se esfuma.
En un centímetro de luz emergen
pequeñas cosas y un perfume
de agridulces amantes que no están,
han partido en busca del vacío.
Algo que alguna vez se escribió
se va despintando en besos.
Una entrañable frialdad de taco alto
se instala en la última vocal
y nos brinda licencia para llorar.
Intentémoslo, total, todo se esfuma
una vez que se cierra la última puerta.


sábado, 19 de noviembre de 2016

Iniciación del agua

Soy hombre de otra cosecha,
soy roca enterrada en arenas,
creciente que desafía al viento,
tempestad que temblorosa
se desgaja en los mediodías,
colores paridos ente gemidos,
un resplandor que se disculpa,
desierta tinta derramada en vano,
un  absurdo cobijado en espigas.
Recorro las miradas con el eco
que nace de un comienzo
en la sepia iniciación del agua.
Pierdo la voz más no la expresión
y callo la mente cuando el corazón
descubre cualquier amanecer.


Ilustración: "Autorretrato desnudo" - Egon Schiele