Aciago
sino que logró encallar al silencio
en la
soledad de las dunas de tus ojos.
Un
extraño dogma, pretendió ser el amor,
y
sus duendes, idearon una mujer de seda.
Metáfora
improvisada, con cierto desarreglo.
Sombra
y fuego, coautores íntimos, en sentir
esa
calidez de noche de fulgores pardos,
en
la llama que te ciñe, mujer enamorada.
Iustración: "Mujer enamorada" - Albert Cruells