sábado, 22 de marzo de 2014

jueves, 20 de marzo de 2014

Ausencia sonora

La aurora, esconde su maestría
entre el círculo del agua mansa.
Se prolonga ilusoria la distancia,
hacia la calle que corta el vacío.
La noche, como deidad nueva,
perfuma de azahares el deseo
de un enero lujurioso y poético.
El viejo mistral, cultamente agotado,
acuna, en un regazo de lluvia,
barriletes que prolongan la tarde.
Desde una mesa de café, desgrana
la inocencia del espejo, la imagen
de cinco líneas en clave de sol
por las que la música, entristecida,
como una ausente pequeña viajera,
improvisa congojas, en la deserción
sonora del timbre de tu voz.

Taylan Soytürk - Levres Noires

Ilustración: "Labios Negros" - Taylan Soytuk

martes, 18 de marzo de 2014

Mayo creativo


Yo quiero un grito de libertad,
un punto de rebeldía inextinguible,
un titular en el periódico de ayer.
Una tristeza con la que pernoctar,
una reflexión en tono de sol mayor.
Quiero cuentos para gozar en la cama.
Un país de asoleadas primaveras,
avivar una vez más un mayo creativo.
Quiero reflexionar impregnado
de tus palabras musitando en mis oídos,
y así… para que querer más?

domingo, 9 de marzo de 2014

Entelequia con versaciones

Retomemos la conversación 
que hoy, estoy contento.
Tenés unos quilombos de órdago? 
(qué significa órdago?). 
Los fantasmas de mierda
nunca desaparecen,
a veces, tengo la sensación
de que están al acecho. 
En esos momentos 
me dan ganas de repartir patadas.
Lo de los bienes familiares,
te lo entiendo muy bien. 
Tengo una historia parecida 
con la casa materna, 
es como un culto familiar, totémica. 
Quedó para mí en el reparto,
y le puse energía y sentimiento,
para que sea punto de reunión familiar, 
ya que  tengo un hermano.
La monté como casa de vivir, no de vacaciones, 
once camas con sus sábanas, toallas, 
porcelana, cuadros, libros, cerámicas, etc.
y resulta que los chicos no van y a mí,
solo, tampoco me atrae ir. 
Entonces, ahora, le voy a sacar toda esa piel, 
le voy a dejar solo lo elemental, 
para poder alquilarla en los veranos. 
Pero hay que hacerlo. Y cuesta.
Para colmo me chocaron el auto,
un camión municipal,
pagan todo ellos, pero,
hace una semana que estoy a pata. 
Y para más colmo, algún hijo, siempre 
se está separando de su pareja,  
y anda hecho un moño de culpas. 
Hay épocas duras. 
Vos hablas de equilibrio precario, 
hay que defenderlo, 
aún a costa de los demás. 
Porque creo que uno se pone cargas ajenas, 
a cococho de la propia espalda,
y eso no es bueno para nadie.
Ni para el portante ni para el portado. 
En ese aspecto ando bastante bien, 
ya no tengo esas crisis de angustia 
que me atormentaron antaño, 
estoy en un muy buen autoanálisis, 
y hago lo mismo que vos, 
evito las situaciones que me ponen mal. 
Que conversemos me parece algo bueno, 
que te da la vida. 
Además he aprendido a decir, 
qué me importa, 
es buenísimo. 
Qué me importa, no me incumbe, 
la mochila mía, quién me la lleva. 
Nadie.

sábado, 8 de marzo de 2014

Infieles desterrados


¿Qué de mi es parte de la distancia?
El punto donde se van anclando
esos sustos de muerte que traen
las ultimas espumas del lejano mar?
O esa libertad imposible de soportar,
tan difícil de lograr y tan fácil de perder
entre los desvelos de cualquier relación.
El misterio de los infieles desterrados
acecha bajo la luz de la desolación,
cruel rompecabezas de espíritu ancestral,
alarido en el ascenso de la fría noche,
lado olvidado del vértigo compartido
que reside en la última de las ausencias.
La que oculta la distancia en el olvido.

viernes, 7 de marzo de 2014

Esa niñeria

Como puntos suspensivos en la carretera
tres manchas de adobe, y un hilo de humo,
convidan un bacanal de cenizas y arena.
Allí vi a los niños, en un borrador de vida.
A pura música de hambre y piojos por salud,
una dulce apariencia acaricia, seca, a un perro,
hurtando el sitio donde antes había una gallina.
 La soledad es  flor, venciendo en la escena,
Un límite donde no merece nombre la vida.
Silencios en blanco y negro, requemados
por soles de cabronas melancolías eternas,
muriendo desoladas, sin más únicas fronteras
que el reflejo en el vidrio de un pequeño error.
Una lágrima que, de menesterosa, ni es salobre,
solo acto fallido de esa niñería llamada infancia.