jueves, 30 de julio de 2009

Tormenta


Aunque sea el día,
Y sepamos que hay luz
En algún lugar
Más allá de ella
En medio de una tormenta
Siempre estamos
En profunda oscuridad
Atemorizados
Por los siniestros nubarrones
Que nos envuelven,
Amortajados en nuestros
Miedos profundos.
Solo atinamos a andar
Medrosos y titubeantes
Por errados senderos,
Por inexplicables
Vericuetos.
Maldecimos en alta voz
El lugar en que estamos,
Queremos comprender
Como llegamos a él,
Y mientras nos azotan
Lacerantes vientos
Y nos calan el alma
Heladas gotas de angustia,
Lloramos nuestra desazón
Temerosos de perder
El rumbo trazado,
Lo que amamos todo
Lo ya construido,
Rogando a un dios,
En el que no creemos
Que nos salve
De los desvatadores
Estragos
Con que la tormenta
Nos desgaja el alma.
Débiles y lastimosos,
Intentamos aferrarnos
Al más insólito madero
Para intentar sobrevivir
Al descarnado acoso
De las fuerzas inexplicables
Que funden el entendimiento.
Y hasta somos capaces,
En la atroz desesperación
De arrancarle a la Verdugo,
Su buscado triunfo
Rasgando nosotros mismos
Nuestra piel y nuestra carne,
Con tal que no sea el
Quien nos arrebate
En un gozoso rito
Del abismo en que estamos.
Oscuros, relampagueantes
Negros, fríos y dominantes
Los demonios del dolor
Y de la angustia,
Creen poder poseernos,
Solo si logramos encontrar
Un recuerdo,
Una voz,
Un consejo,
Una caricia,
Un beso,
O una simple sonrisa
Con la fuerza del amor
Hallaremos por fin
El sendero firme,
El paso fuerte,
El templado ánimo
Para poder salir
Del tenebroso páramo
No existe Desazón
Duelo, Fantasmas,
Oquedades, Pozo,
Ni penumbra alguna
Que nos mantenga
Allá abajo, en el llano nudo
De la desesperación
Cuando encontramos
La verdadera razón
Para superar las tormentas
De lo que creemos
El mas cruel desamor.

domingo, 26 de julio de 2009

El Pozo


Uno sabe que tiene fin,
No sabe cuando ni donde,
Tal vez alguien haya dicho
Su profundidad en metros,
En pulgadas o en brazadas,
Pero seguro no lo recordamos
En el momento en que vamos
Bajando el cuenco
De nuestros pesares
En el, por ahora,
Interminable pozo
En el que hundimos
La desesperanza
Sostenida por la cuerda
De la ilusión y los anhelos,
Cuerda que en la caída,
Libre y veloz
De nuestros pesares
Lacera nuestras manos,
Agita incontrolable
El corazón dañado
Y confunde los pensamientos
Desordenando las ideas.
Partidas las ilusiones
En múltiples pedazos,
Llagados los recuerdos,
Y dolorido de ausencias
Todo nuestro cuerpo
Sentimos que por fin,
En algún momento
El pesaroso cuenco
Que bajaba arrastrándonos
Se estrella en el fondo,
Profundo y desconocido
Del inmenso dolor,
La cuerda que arrastraba
Ya no corre, sangrando
Nuestras palmas.
Una rara e inexplicable
Quietud se nos apodera,
Un silencio de vacío,
De ausencias ausentes,
Un “no saber que hacer”
Nos atolondra en ese instante.
Luego comprendemos
Que solo nos queda
Volver a halar la cuerda,
Izar el cuenco
Que empujado por nosotros
O solo por el destino,
Desató la violencia
De esos momentos
Que, desesperados,
Vivimos.
Ahora es el esfuerzo
Tibiamente esperanzado,
El que demanda
De nosotros
La suficiente fuerza
Para volver alzar,
Lo que tan bajo
Hemos arrojado.
Es distinto el agitar
Que se nos apodera
Y tal vez haya momentos,
En que deseemos abandonar
La salida de ese pozo,
Y puede que hasta flaqueemos
Deseando volver al fondo
De donde estamos alzando
El cuenco de nuestra vida,
Hasta que finalmente,
Solo cuando volvamos
A tener en nuestras manos
El frescor de un agua Clara,
Como alguna vez tuvimos,
Y volvamos a sentir,
Que no solo el cuerpo,
Sino también el alma
Y el corazón se nos regocija
Con la húmeda caricia
De lo recobrado,
Tal vez allí descubramos
Que valió la pena
Bajar hasta el fondo
Del profundo pozo
Para recuperar
Nuestro aliento
Y aliviar las heridas
Que tontamente
Nos producimos.
Solo allí, en el fondo
Existe la posibilidad
De no seguir cayendo,
Tal vez sean las mismas
Manos de siempre
O tal vez otras manos,
Por algún motivo buscadas
Las que de allí rescaten
El frescor del agua Clara
Que ambos nos merecemos.

Tu voz II


Es bálsamo,
Aun bañada
En la tristeza
De estos
Momentos.
Es óleo
Que unta
Mis esperanzas,
Las desmerecidas
Esperanzas
Que aún guardo
De volver
A verte.
Es el zumo
Ácido y lacerante
Que revive
Los horrores
De ese otro yo
Que no soy yo
Aún siéndolo
En la frenética
Intención
De volver
A lo imposible
Pero siempre
Finalmente
Tu voz
Es el cicatrizante
Que mis heridas
Quieren, necesitan
Aunque se reabran
También ellas
Cuando escucho
Tu voz.

Alla abajo


Se que está…
Allá abajo está…
Intento impedirlo….
Pero caigo….
Me veo caer….
Siento que caigo…
Desde el borde
Las manos
Se agitan
Dándome
Vana ayuda
Las veo…
Quiero tomarlas…
Y me niego,
No deseo hacerlo…
Caigo…
Allá abajo…
Cruel regazo
Detendrá mi caída…
Y te arrastro…
Como un lastre
Arrastra hasta
El infinito fondo
De allá abajo
Lo que quiero
Deseo
Que la caída
Apure…
Que finalice
Que acabe….
Pero no…
La caída
Es la tortura
Es el dolor…
De estar
Cayendo .
Te suelto
De mi mano
Y tu caída
No detiene
Su descenso
Arrastrándote
Y sigo cayendo
Cayendo…
Allá abajo
El regazo…
Allá abajo..
Solo…
Amándote …
Solo…
Arañando
Con manos
Malditas
Paredes
Que no están
Que no
Me sostienen…
Hasta allá..
Abajo…
Lúgubre…
Triste…
Solo…
Aferrado
A tu sonrisa
De un día…
Atado al beso…
De un amanecer…
Sin llegar
Nunca…
Nunca…
Hasta allá…
Abajo…
Por mas
Que mi mano
Sangre
Mi vientre
Se abra
Y vierta
Sobre un lecho
Deshecho
Mi dolor
Que me
Empuja
Allá abajo
Allá abajo