Del pan, apenas solo quedan migas,
la
masa madre, en gesto imposible,
se
abandonó en pliegues y formas,
resbalando
por el resquicio de la nada.
Las
palomas no poseen compasión,
unas
tras otra marchan murmurando
un temblor de alas y picoteos breves.
Desaparecen
las apenadas migajas
y el
tedio da un paso más sobre el suelo.
El
tiempo, en su media mitad, se llueve.
Bajo el
agua, mis manos huelen congojas.
El agua limpia heridas, purifica, pero también permanecer mucho tiempo bajo ella, ahoga. No dejes que eso ocurra, mi querido poeta.
ResponderEliminarFELIZ DÍA DEL TRABAJADOR.