Ebrio
de lunas,
acumulo
originales
y
aparentes copias
de
palabras perdidas
y el
olor a albahaca
que
sube huérfano
y de
vez en cuando
desde la nostalgia.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
Ebrio
de lunas,
acumulo
originales
y
aparentes copias
de
palabras perdidas
y el
olor a albahaca
que
sube huérfano
y de
vez en cuando
desde la nostalgia.
El aire entrecortado,
pesado,
inabordable.
Sillas
viejas mirando
del
vacío su función.
En la
mano la nube,
presente,
casi invicta,
del
arrabal de los años.
La
nocturnidad recuerda
una
joven novia antigua,
un
querer entre otros,
que se
desgaja lenta
en el
vaho del espejo.
Llueve,
y habla con la lluvia,
viajera
vagabunda,
de
escenarios irreales
Muerde
el silencio
un
determinado aroma,
vestigio
de algún vino
o de
cosas del olvido.
La
tristeza lo derriba
como
culpa o profecía,
mientras
su sombra
metálica
se duplica
por la
sorda habitación.