Un rebaño de susurrados caracoles dejan tus labios
en la itinerante desesperación de mi cuerpo.
Olor bosques vienen a mí cuando juegas la sinfonía
de rondas con la ligereza de peces entre el coral.
Un veneno secreto me sorprende en mi sangre,
mientras risas azules acechan mis ríos, desmontando
la superficie almidonada de mis poros desnudos.
En tanto, jugando
con tu inmoralidad, preguntas
si creo en el hechizo del lenguaje que se traza en la
piel.
Bello itinerario de letras en un poema muy sensual.
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