En el resplandor orgulloso de la alegría se lavan las
risas.
Un deslumbramiento de soles extingue todo atisbo de
tristeza
y surge la promesa de agitar el perfume de días
venturosos,
cuando la sangre se altera en cavidades inciertas que
arden
mordiendo la almohada donde se ahoga el grito que el amor
arranca.
La pasión desclava ermitaños deseos traviesos que erizan,
como rayos de lirios, la piel que tiembla en cada gorjeo.
Alados alientos rasgan el cielo de esa isla de sueños
que habita el cuerpo cuando en las orillas del anhelo,
se siente descansar, en la blandura de las fatigadas
carnes,
la suave pluma del arco iris reposando después de la
lluvia.
Las letras resplandecen como si estuvieran escritas con la suave pluma del arco iris antes de la lluvia.
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