Muy de noche ya, poco a poco,
pinte con
acuarelas viejos árboles queridos.
La copa de un ciprés
y un tronco tan torcido como el viento.
La humeante autopista
me tapó el bosque, las margaritas en flor,
y me desarrajó un ventisquero de cenizas y gasoil.
Entristecí de pronto.
Es feo ver la realidad tras el hollín y el smog
que amuralla la ciudad,
y el campo, y el bosque, y las flores y los ojos
un hombre afortunado
que pinta con acuarelas árboles queridos.
La copa de un ciprés
y un tronco tan torcido como el viento.
Ilustración: "Imagen 1" - Hilario de las Moras
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