lunes, 28 de noviembre de 2016

Letanía de cosas

La sal endurece una letanía de cosas.
Nosotros no solo somos sal. También somos agua
metida en una naturaleza de piel y huesos.
Tenemos esqueletos idénticos bajo rostros distintos.
Somos gente demasiado grande
como para ser una breve pizca salada.
Numerosos bajo la luz solar o en patios traseros.
No rechazamos ser numerosos.
Si estar condenados al patio trasero,
meras replicas de la mujer de Lot mirando al pasado,
deshaciéndonos en salino goteo,
con los ojos cerrados inundados de agua ajena,
dislocando la gravedad en el acto de beberlo todo,
hasta el verde océano o una cucharada gruesa de avena y sal.
Finalmente, nos come el viento que viene de afuera,
agrietándonos la piel por donde el agua escapa,
y solo quedamos en sal con una letanía de cosas.


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