Ya no duermo. Persigo sombras.
Las persigo como una oruga que camina,
sobre una espalda camina.
Por treinta minutos camina, y no se cansa,
invisible de nubes y pájaros.
Tímida caminante de un cielo que no es cielo,
solo es espalda.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
No hay comentarios:
Publicar un comentario