Hoy
tengo mis ojos habitados por pájaros de la noche,
por palabras
lejanas que se pierden por tu cuerpo,
como
un instante agonizante para inventar un dios.
Quiero
un viernes que este predestinado a la tristeza
y un ritual
secreto que me transporte hacia el olvido,
despojarme
en un lejano estallido de vera intimidad,
y para
mi ombligo, varias bocas de sutiles formas.
El
ayuno fatiga mis brazos y torna pesada mi cabeza.
La
garganta envenenada por un te quiero sin decir
mengua
la conciencia con el olor sagrado del deseo.
Es
mentira que la lluvia te recuerde. Solo llueve,
y ni aun
así, bajo la garúa, se detiene el desespero.
Me posé sobre cada palabra y verso, para olfatear la huella de cada letra. Poema que encierra sabor de deseo.
ResponderEliminarExcelente!