Bajo
las estrellas
de
un cielo cerrado,
dormita
un columpio
de
su diario vaivén.
La
última suplica
de
sucias manitos,
perduran
incluso
en
la vida cercada
de
la nocturnidad.
Lagrimea
el rocío,
rodando
las cuerdas
que
lo sostienen.
Volar
fue su deseo,
alzando
en el aire,
sueños
de risas,
pero
el ocaso truncó
la
pretensión de más.
El
opaco silencio
de
una plaza vacía,
es
soledad repartida.
Renacer
con el sol,
en
gritos de chiquillos,
su
melodía de vida.
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