Infranqueable, insobornable,
aumenta su costra el silencio
y teje lento su ovillo de olvido.
El cansancio reposa, quedo,
dentro de un cajón ocioso.
Mengua el infinito sus horas,
tan grande y tan pequeño
como la vibración de un instante.
Luego cabe la certeza
de que ya ha pasado, ahora,
ahora solo queda, perpetua
la inmaterialidad del vacío.
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