domingo, 20 de marzo de 2016

Piel del otro

Una niebla ardiente tomo la ciudad,
Con su irreverente beso, la bruma
rozó, erótica y carnal las ventanas.
Estas se abrieron a las emociones
enancadas en el silencio del presente.
Se fueron derrumbaron mitos intocables
y la magia de lo sensual invadió todo.
Los tentáculos voluptuosos del deseo
rasgaron telarañas en la madrugada,
las habitaciones se poblaron de ecos
que repetían gemidos del insomnio.
Fueron apareciendo sonrisas perdidas
y alguna que otra carcajada de placer.
Volviendo del ayer, la música reclamó
su merecido lugar avivando los sentidos.
Luego, nadie nunca se arrepintió de amar,
quizás sí, del tiempo perdido en el descuido
de no haber sentido la piel del otro.


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