Habitan un paisaje infinito
y sus voces suenan quejosas
cual concierto en la playa.
Beben vientos en la noche
y anidan en un paraíso perdido.
Desordenados y motivados
aparecen en momentos fugaces
y luego se pierden en la penumbra.
Nos siguen hasta la última morada
pero se niegan a entrar en ella,
dispersándose en realidad o fantasía
hasta apagarse en su recogimiento
como llamas de un fuego interior.
Tal vez alguno sobreviva en epístolas
y sea volcado en palabras alguna madrugada,
hasta que, finalmente, el olvido
sume los recuerdos a las ausencias.
Ilustración: "Memoria traumática" - Agnes Cecile
"como llamas de un fuego interior", también pueden ser el resultado de recuerdos de algún visitante fugaz que se anima a visitar ese interior. Buen poema.
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