sábado, 26 de marzo de 2016

Historia minúscula

A los que cuentan hoy la historia se le olvidan retazos
de aquellos tiempos en que floreció un inédito infierno.
No hubo sueños después de los papeles quemados,
solo algunas divagaciones filosóficas de los vulgares,
que malgastaron el horizonte del melodrama nacional.
Rodaron pecados literarios introduciendo explicaciones,
inventando lazos entre felicidades y desgracias falsas.
Sobre la mesa se pusieron todas las cartas y algunas más,
fueron opiniones distintas, ninguna de ellas las verdaderas.
Derrotados y triunfadores se inventaron torpezas oníricas
para que nunca se olvidaran las horas de los sucesos.
Fueron infundados los ansiados destellos fugaces de la paz,
no sobrevivieron a las interminables noches de frenesí.
El arma ya no fue la palabra, sino la violencia y el fuego.
En vano, sin más días para la vida que los que fueron ayer,
la victoria la obtuvo el dolor y el  frío misterio de la noche.
Hoy, cuando se amortiguan las luces, los desaparecidos,
las víctimas, los inocentes y los que fueron indiferentes
se golpean el pecho recordando la leyenda del miedo.


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