Un lago de silencios, después
De ese “no me llames ni me escribas”
Inundó la soledad del esperanzado
Caminante de calles oscuras.
Y ya no pudo buscar en la vereda del sol
La luz, que su rostro acariciara.
Perdió el calor que rayos invisibles
Acercaran a su piel, sin tocarla.
Nunca. Jamás. En ningún momento.
Un lago de silencios, después.
Y de silencios, hizo un lago
En el que sumergió la soledad,
De sus pasos largos, apurados,
Buscando los porques,
Que nunca le respondieron
Las aguas quedas, silenciosas
Del lago del olvido.
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