sábado, 4 de septiembre de 2010

Leyenda de la Roca y el Agua


 
Sobre el azul horizonte,

Patinado de tiempo a alcanzar,

Descansaba la Roca su camino

De siglos, rápidamente idos.

E infatigable, sobre su abrigo

De musgos, jabonosos y fríos,

Desde no se cuantas horas o lapsos,

La Gota siempre caía.

Ciertamente hubo días

En que la Gota allí no estuvo.

Cuando la Roca era otra, seguramente

Recién de la montaña florecida.

En esos tiempos, bajo el cielo

Y sobre la tierra alzada,

Agua Clara, mansa la luna reflejaba,

Con ojos de estrella y calor de sol.

Pero la Roca no se enteró de ella,

Sino hasta aquel día,

En que sintió, sobre su carne mineral

El roce lagrimal de la Gota que caía.

Y no supo cuando había fenecido

Su soledad de Roca, piedra infértil,

Pero si que fue la Gota, quien ahuyentó el silencio

Con el callado grito, de su perenne roce.

Se transformó su cuerpo de Roca,

Con acuosos surcos de milenaria historia,

Y pensó en el origen de la Gota que roía

Su quietud huraña, de Roca altiva.

Más que ver, intuyó que la Gota prolongaba,

La quietud de Agua Clara, bajo el cielo

Y sobre la tierra ennoblecida,

Gritando queda, la vida que vivía.

Luengos tiempos han pasado,

Tal vez en pocos días,

Mas ni una vez tan solo

Detuvo la Gota su venida.

Así perdió la Roca, ayer inmóvil piedra,

Una a una, sus partes componentes,

Mas no perdió de ver que la Gota

Lo suyo le dejaba,

A la vez que también, lo suyo se llevaba.

Varios siglos hace ya,

Que la Roca dejó de estar donde estaba,

Tanto como los que tiene hoy,

Al pie de la montaña crecida,

Una suave agua, por todos conocida

Como Agua de Roca, la bienquerida.

Y cuenta la leyenda de uno que no olvida

Que en la cima de la montaña había,

Una laguna de la Piedra enamorada perdida.

Y que al silencio rocoso, su quietud se debía.

Pero que más pudo su amor y la vida

Que junta a la Roca compartir quería.

Y así, Gota por Gota, decidió que iba

A bajar de la montaña en que vivía,

A horadar la Roca, que feliz la recibía,

Y a formar juntos, de la cumbre al pié,

Agua de Roca, la bien querida.

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