Junto
a la ventana… sin nombre,
olvidarte
de ti y de sueños de amor.
Eso
duele. Más que la venganza.
Rompe
el corazón la huida, pero más,
lo
rasga el mirar a otro lado, viendo
si
dentro de los ojos solo habitan
aquellos efectos de solitarios finales,
o malgastan unas piedras rebeldes
silencio inmortal con ecos de olvido.
En el andén de las veredas soleadas,
una voz, es dualidad sin equilibrio,
lapsos erróneos, en el reflejo ámbar
de un ideal en desenlace pétreo,
furia militante, entre todos los vivos.
Un casi yo, en antagonismo crudos, es,
como siempre… culpable de todo nada.
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