Toda
esa distancia amarilla
de
muchas vidas ya franqueadas,
en
sobradas ocasiones sin quererlo
se
nos olvida, para rebrotar, a veces,
resucitando
alucinaciones
que carcomen,
la afluencia de estar vivos
en lo imaginario
y
nos enseña que, al fin y al cabo,
somos
meramente pasión prohibida
a la
hora del misterio de comprender
si
somos carne o nos anida un ser espiritual,
que
en como suspiro, nos trasciende
en una
especie de vacío, retornándonos
hacia
donde el cansancio tan sólo
es un
cálido abrazo de locura.
Ilustración: "Ausencia del Espíritu y la carne" - Oscar Luis Martinez
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