Todo
amanece en el país de la ceniza virgen.
Aventuras
y desventuras caen en lágrimas de cristal,
sin
dejar huella en los caminos de la vieja rayuela,
vacíos
de toda renovación, porque lo virginal no se repone.
Borroso,
un sueño sensato mece a una mujer que llora.
Algo
danza en el aire, despertando. Pero ya no viene.
Se
arrumba, sin quererlo, la armadura del cambio
en
un estático esperar inconexos desapegos pasajeros.
Absurda
y triste historia frente a un viento de mar
que
agita molinos suspendidos en la tormenta del tiempo,
mientras,
la sombra de un suspiro, invade un pedazo de vida.
Ya
no podrás hoy ensayar un nuevo final. Quizás mañana.
Horizonte
lejano para una ultima noche de insomnio.
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