martes, 1 de julio de 2014

Oleo fresco

Algunas veces, la lluvia,
nos confiere sin quererlo
un óleo fresco al despertar.
Emociones teñidas de azules,
ocultos encuentros del alma
con tenues sonidos de violín.
Dicen entonces las piedras
su canción de cuna perdida,
y la soledad es acompañada
por gotas que se transforman
en sabores de palabras idas,
preguntándole suave al viento,
si el lamento de madera y río
presagia una mañana helada,
o un albor de pájaros solariegos
que anime el oleaje del pensar.


1 comentario:

  1. La lluvia es la bendición de los dioses, escuché alguna vez por ahí. Tu poema cae en el alma como esa llovizna fina que se lleva penas...

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