Sentados
a la mesa de un café, algo se decían.
el,
con sus manos como aspas, el espacio barría.
Ella,
echaba su cuerpo hacia atrás y solo reía,
luego
agitaba su cabeza y hacia la mesa volvía.
El
la miraba y su mirada entera la envolvía.
Metros
más atrás, junto a un café que se enfría,
yo,
con envidia, los miraba desde mi mesa vacía.
Son esas escenas que la vida nos regala desde nuestra lado de la ventana.
ResponderEliminarMil besitos, Sergio.
Tristeza de soledad, poeta, un gusto volver a lerte
ResponderEliminar