Gestos
sin dueño se pierden
en esa
boca escarlata
donde
solo hay lugar para el caos.
Bajo
el cielo ralo de invierno,
cóncava
y convexa se pierde
en el
laberinto de las pupilas.
Obscenamente
roja,
Respira,
canta y besa. Insiste,
hecha
pájaro apura tiempo y distancias
sobre
un rostro en llamas,
susurrando
un falso nombre de mujer.
Aun
así, en la fría luz de la memoria
resulta
creíble, importante.
Aunque
fabule su historia en tu cuerpo.
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