a un ritual
de lenta entrega.
Gozosa, navega
la seducción
entre tinieblas
de pequeñeces,
en esa impar
ley, que es el deseo.
Un epílogo
nocturno sin igual,
sintiendo el
frío, de los pies de otro.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
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