Te vi allí,
razonablemente lógica,
en esas
inusitadas
horas de pueblo.
Las lluvias
de noviembre no nacian,
un mar
despojado de todo color
se
avergonzaba ante tus delicias.
Consumía mi
ser la puesta de sol,
preanunciando
ese vacío simple
que dejaría
tu ausencia, cuando fueses
seductora
dama blanca en otros ojos.
Un silencio con
aroma a tarde de primavera
se metió entre
la sangre y los huesos
cuando, sin
comprender el motivo
del por qué,
sonriéndome, te marchabas,
te vi
alejarte con el místico erotismo
que, irónico,
tu pelo brindaba al viento.
Un efímero infierno
de celos pobló la tierra,
y se quedó viviendo entre las sombras,
esperando
eterno y con las venas abiertas,
que en otro tiempo podamos retar al destino.
Ilustración: "Dama blanca" - Eric Parey
No hay comentarios:
Publicar un comentario