Su único juguete, siempre fue
la memoria, ese mal que mata
remotas historias mentirosas,
destinadas a ser sombras difusas,
invisibles voces en la realidad.
Anhelo sin querer de confesiones
en la mitad de recuerdos caducos.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
No hay comentarios:
Publicar un comentario